sábado, 25 de abril de 2009

AVENTURA DE LA PALABRA HABLADA Y ESCRITA A TRAVÉS DE LA HISTORIA

LETRAS CRISTIANAS

Durante las persecuciones religiosas, los cristianos de las catacumbas se hacen con las sentencias escritas dictadas por Roma contra sus hermanos mártires. Las ejecuciones de éstas dan lugar a una cronística histórica exuberante, que el Martirologio Romano va a recoger en el siglo XVI, ya en auge la imprenta.

Seguidamente a la universalización del cristianismo tras el Edicto de Milán, los poderosos Patriarcas de las distintas iglesias, Nicea, Éfeso Antioquía, Alejandría, crean doctrinas sectarias, en pugna entre sí durante siglos. La Iglesia las combate en concilios con anatemas y excomuniones: arrianismo, pelagianismo, monofisismo, que afirman o rechazan el tan traído y llevado dogma de la Trinidad, cuyas disensiones van a durar hasta Trento.

Los monofisistas de las provincias independentistas, Siria y Egipto, se refugian en el Imperio Sasánida de Irán, para liberarse de la tiranía de la iglesia extranjera griega. Su separatismo religioso va a durar hasta la conquista musulmana en el siglo VII, que muy pronto va a provocar la división de suníes y chiíes, tan cruenta en nuestros días, catorce siglos después.

Entre tantos regionalismos lingüísticos, las traducciones del griego al latín, con frecuencia y quizás intencionadamente, inducen a la herejía. En 394 el emperador español Teodosio prohíbe las inscripciones jeroglíficas que aún perduraban en el Egipto helenista. Por encargo del papa español San Dámaso, San Jerónimo traduce la Biblia del griego al latín. La llamada Vulgata, lo que nos hizo más papistas que el papa ya desde entonces.

En 480 nace en Pavía el filósofo cristiano Boecio, ministro de Teodorico. Escribe El consuelo de la Filosofía y muere en la cárcel de su ciudad natal condenado por el Emperador. Los escritos de los grandes Padres de la Iglesia, San Ambrosio de Milán y San Agustín de Hipona, tratan de salvar la sabiduría de la Antigüedad, atesorada en lo que aun quedaba de la destruida Biblioteca de Alejandría.

En los siglos V-VI, el emperador de Oriente, de origen godo, Justiniano, que intenta reunificar los dos imperios, separados por Teodosio, promulga su Código legislativo en griego y latín. Cierra la escuela filosófica de Atenas para acabar con la cultura pagana, subsistente desde la tentativa de Juliano el Apóstata, sobrino de Constantino el Grande. En 592 Gregorio de Tours acaba de escribir la Historia de los Francos. Las Actas Merovingias se escriben en papiros. La Historia de los Godos, arrianos, se escribe para combatir a la Iglesia de Roma y al Imperio. El obispo de Germania San Bonifacio reforma la iglesia Franca.

El pueblo, que es analfabeto, transmite oralmente la poesía rítmica y rimada en relatos religiosos legendarios de una hipertrofiada devoción popular, en griego en oriente, en latín en occidente. Una literatura fantástica y vulgar de mitos cuya mira final es el proselitismo confundido con la teología y la fe, que va a durar muchos siglos y que se recrudece aún en nuestros días en infinidad de sectas.

En abadías y monasterios se escriben las vidas y milagros de santos, basados más en las leyendas populares que en la historia. Entre los siglos VI y VII la cristiandad se afianza en casi toda Europa con muchos apóstoles enviados por el papa melómano Gregorio I el Grande, y el godo hispano San Isidoro de Sevilla, el San Agustín español.

domingo, 19 de abril de 2009

AVENTURA DE LA PALABRA HABLADA Y ESCRITA A TRAVÉS DE LA HISTORIA

LATÍN UNIVERSAL

Con la Pax Augusta, el Imperio Romano se solidifica y cohesiona entre los distintos pueblos y razas que lo conforman, sobre dos pilares principales: lengua y religión. “Imperio universal y eterno del providente destino de los dioses”, según la Égloga IV del aún pagano Virgilio, sintetizado en el “Designio divino del Imperio Romano” en la Divina Comedia de Dante Alighieri, basada en la nueva religión originada en Judea y Galilea, extendida por Palestina, Siria y Asia Menor, e imperializada desde el San Pedro constantiniano por todo el Oriente Medio, África septentrional y Europa meridional hasta sus confines atlánticos.

Tan vasto como el propio imperio, el latín universal irremediablemente tenía que contar con diferencias zonales, como el centum occidental, pronunciado kentum por los orientales, o el césar latino igual al kaiser germano, y otras disinencias provocadas por el uso desigual de la c k qu ch cche, etc., que tanto contribuyen a distorsionar ortografía y prosodia en los nacionalismos lingüísticos románicos del segundo milenio, hasta en las lenguas menos directamente influenciadas por el latín, como el inglés y el alemán, y que aún hoy no hemos conseguido simplificar.

A principios de nuestra era, ya hacía tiempo que los grandes escritores clásicos latinos, que habían asimilado toda la sabiduría helenística que nos transmitieron a su vez, leían y escribían en griego. En los dos primeros siglos, hasta Grecia hablaba latín, cuando ya Roma y sus principales provincias habían alcanzado la erudición en su propia lengua, en Retórica, Leyes, Poesía, Teatro, Historia etc.

En el siglo II Tertuliano de Cartago crea la literatura cristiana, adaptando la vieja lengua de los grandes retóricos clásicos a las nuevas ideas de sus tiempos y a la realidad actual del Imperio. Después de la destrucción definitiva del Templo de Salomón por Tito, el helenizado Flavio Josefo escribe la Historia de los Judíos. Su hermano de raza Pablo de Tarso, también ciudadano romano, sienta las bases de la nueva religión, desprendida de la suya propia, con sus cartas a todos los principales núcleos cristianos esparcidos por el imperio: Tesalónica, Corinto, Roma, etc. A los Cuatro Evangelios, únicos que son declarados canónicos por la Iglesia de Roma, se les van añadiendo los Evangelios Apócrifos, los Hechos de los Apóstoles. San Juan de Patmos escribe su visionario Apocalipsis, que se va pareciendo cada vez más a la realidad actual.

sábado, 11 de abril de 2009

AVENTURA DE LA PALABRA HABLADA Y ESCRITA A TRAVÉS DE LA HISTORIA

ALFABETO FENICIO

Con la caída de Troya en 1.200 a., los griegos se establecen masivamente en Asia Menor, a la que llaman Capadocia y Anatolia. Los fenicios, que comercian con Egipto y con todo el Mediterráneo, tienen la necesidad de crear un alfabeto simplificado, al que añaden las vocales, suprimidas en las lenguas semíticas. Sus continuadores en la hegemonía del mar, los griegos, lo adoptan y extienden por todo el occidente, y perdura en nuestros días.

Las lenguas semíticas son muy similares unas a otras por haberse originado de una rama común y haber sido lengua franca en varios imperios. Lo mismo ocurrirá un milenio después con las lenguas románicas derivadas del latín. El hebreo, ya evolucionado del original cananeo con la invasión de los Patriarcas procedentes de Ur dos milenios antes, enriquecido después con la literatura egipcia anterior al Éxodo y con la posterior deportación a Nínive, luego con la babilónica de Nabucodonosor II que destruye el Templo de Salomón en 588, y finalmente con la persa de la restauración de Darío II el Grande.

Con la derrota persa de Darío I comienza la hegemonía griega. Homero, ciego, les ha transmitido oralmente en verso, luego recogidos en letras, la más acabada, inspirada e insuperable historia de las guerras de Troya, creando la Épica para toda la literatura posterior. En el siglo VII Hesíodo trata de poner orden en el Caos original del politeísmo pagano con su Teogonía, inspirada en la filosofía oriental, precursora de los no menos caóticos monoteísmos posteriores. Heródoto, viajero y geógrafo crea la Historiografía.

El papiro egipcio se ha impuesto desde hace tiempo, para sustituir las litotecas de barro cocido, mientras proliferan las inscripciones jeroglíficas en estelas y templos, en demótico griego con alfabeto fenicio, en caracteres ya comprensibles a nuestra lectura. Es esta una de las cumbres más álgidas de la cultura humana, que quizás en muchos aspectos no hayamos superado aún.

Un milenio más tarde del fallido monoteísmo de Akenaton, empiezan a nacer otras teosofías monoteístas, indicativas de un monoteísmo universal: Zoroastro en Persia, Buda en India, como el Tao chino, más una filosofía no teosófica a la manera de otras religiones, y Mitra, predecesor del cristianismo en tiempos de Roma. Las letras sagradas monopolizadas por magos y sacerdotes de los templos, se han demotizado: las crónicas de guerra, las genealogías reales, la Poesía, el Teatro griego, el Comercio, etc. Mientras tanto se ha venido escribiendo una obra literaria transcendental en arameo, lengua que habían hablado hititas, asirios, babilonios, fenicios y etíopes, que luego se llamará Antiguo Testamento.

Al final del último milenio anterior a nuestra era, el imperio de Alejandro Magno abarca hasta el Valle del Indo y el Punjab. Dividido a su muerte entre los nuevos imperios, en el seléucida de Siria, en 198 a., Antíoco IV introduce el Zeus Olímpico en el templo de Salomón. En la Alejandría egipcia de Ptolomeo II Filadelfo, en 146, setenta rabinos hebreos traducen sus letras sagradas al griego. Con lo que consiguen judaizar Occidente, sin conseguir helenizar a Israel.

Tras la derrota de Aníbal en la tercera guerra Púnica, los greco-romanos de la Magna Grecia, se alzan como la más imperial hegemonía que hasta entonces había conocido el mundo, que abarca hasta el Indo y los Himalayas en oriente y hasta el Mar Tenebroso en occidente, dando espacio al más imperial lenguaje llamado latín por el lugar donde se origina.

sábado, 4 de abril de 2009

AVENTURA DE LA PALABRA HABLADA Y ESCRITA A TRAVÉS DE LA HISTORIA

LENGUAS SAGRADAS

Con las grandes dominaciones egipcias, acadias, asirias y babilónicas, todos estos dialectos semíticos se fueron fusionando en una lengua imperial: el arameo. Durante la construcción de la Torre de Babel, por primera vez en la historia el hombre se ve obligado a un poliglotismo universal.

Ambos grupos, el indoario-indoeuropeo procedente de las estepas caucásicas del norte del Mar Negro, y las lenguas semíticas de todo el Oriente Medio, son lenguas sagradas, como sagrado es el Verbo Creador. La más antigua historia del Diluvio Universal mesopotámico y su héroe Gilgamesh, que tenía tres partes de divino y una de humano, se narra por escrito en las tablillas de Nínive, la capital de Asiria. De ella se hacen varias versiones en dialectos arameos: acadio, asirio y babilónico.

Templos y estelas grabadas nos cuentan el culto a sus dioses, las victorias de sus reyes, las derrotas de sus enemigos. Los arqueólogos de nuestros días siguen descubriendo litotecas de innumerables tablillas de barro cocido, grabadas con estiletes de caña, en Jericó, Biblos, Ugarit y Persépolis. Ya en 3.200 antes de nuestra era, jeroglíficos egipcios en la pirámide de Saqqara mencionan a la diosa de la escritura y del libro, Seshat. El más antiguo monumento sumerio grabado en piedra es la estela de los Buitres de 2.400 a. En 1700 a., el rey semita Hammurabi nos lega en piedra su código legislativo y moral, que incluye la justa ley del Talión, vigente hasta la ley cristiana del amor y del perdón.

Desde 2.500, las lenguas indoarias dravídicas e indoeuropeas del sánscrito de la India, cuentan con el Rig Veda y los Upanishad; el Kamasutra o comportamiento sexual en la unión divina, el Ramayana de la doctrina religiosa, y los mitos y leyendas recogidos en el Puranas, los poemas épicos del Mahabharata, la obra más extensa, que con 150.000 versos supera la Ilíada y la Odisea y aún la Biblia, con tipos de letra hindú y brahmi usadas en el sánscrito.

Antes del Nuevo Imperio egipcio del primer monoteísta de la historia, Akenaton, esa civilización nos lega El libro de los Muertos. Expulsados del Sinaí más o menos en la misma época, 1.500 años a., los hebreos habían asimilado la cultura de los faraones, a quienes habían servido en puestos de importancia, y cuyo ambicionado trono estuvieron muy cerca de heredar. Empiezan entonces a escribir su historia, que es la de los grandes imperios que los rodean y someten. Con todas sus deficiencias, la mejor historia de la Antigüedad, en arameo, ya evolucionado del acadio original, lengua semítica imperial hablada desde Anatolia al Golfo Pérsico y África nororiental. El arameo que hablaban Jesucristo y los primeros cristianos, que todavía conservan como lengua litúrgica pequeños grupos de iglesias cristianas en Siria y Mosul.