miércoles, 16 de junio de 2010

FILOSOFÍA DE LA FILOSOFÍA

II – EN LA CAPILLA SIXTINA

Residiendo en Turín, ya adulta, visité Roma y el Vaticano. La Piedad es para mí lo más entrañable en la estatuaria religiosa. Cautivó mi atención La Creación de Adán, de Miguel Ángel. Aquel viejo de barbas blancas, muy parecido a Zeus, medio cubierto por una leve túnica transparente, flotando en el aire, acompañado de regordetes querubines, con su significativo índice extendido dando vida a un lánguido, musculoso y sexy Adán completamente desnudo, pintura expresamente creada para indoctrinar, produjo en mí una fuerte contra- reacción.

El abigarrado Juicio Final me incitó a convenir con Holbach, que es sólo la ignorancia y el miedo lo que induce al hombre a creer en los dioses, que ya había sido expresado por Epicuro. Y con Pierre Boyle en que un Estado ateo no solamente es posible sino deseable. Educado por jesuitas, Descartes es prohibido en Francia y en Italia por su teoría de la transustanciación, contra la que se habían pronunciado durante siglos muchos otros antes que él. Blas Pascal, teólogo y creador de una máquina de contar, odiaba a los que no creían en la Eucaristía. Incluso tras la Ilustración, cuando ya no eran quemados en la hoguera, las sociedades cristianas admitían oscuras, extrañas e inverosímiles teorías sobre el tema, que el vulgo calificó de comulgar con piedras de molino.

En la misma línea del Oráculo de Delfos, conócete a ti mismo, san Agustín admite, Si me equivoco, existo. Descartes positiviza: Pienso, luego soy, y Nietzsche nos impele a Sé quien eres, ya expresado por Píndaro. En las lecturas expurgadas del internado de monjas, Juliano el Apóstata, que intentó restaurar la cultura helénica contra el cristianismo imperial de su tío Constantino el Grande, es anatematizado. También Voltaire por librepensador, lo que yo creía una virtud positiva en un filósofo, que precedido por Goethe iba a ser otro de mis escritores preferidos.

Hay filósofos que piensan que, exceptuando deficiencias, el uso de razón se da en los años infantiles, cuando empieza el proceso mental consciente de la memoria y el sentimiento. Pero otros creen que es un atributo congénito, como el médico de Cuerpos y almas, Maxence van der Meersch. La ciencia ha concretado mucho más sobre esto hasta nuestros días.

Ciencias, artes y conocimientos humanos son un Laberinto de Creta en cuyo ámbito entran los iluminados guiados por el hilo de oro de Ariadna sostenido de mano en mano desde el primer homínido hasta los grandes sabios de nuestros tiempos. En una endogamia humano-divina los griegos divinizaron a sus héroes y humanizaron a sus dioses, a quienes dieron moradas en el Olimpo y en el firmamento. Pitágoras vislumbra la abstracción cuerpo-alma, o espíritu y materia, ratificada entre otros muchos por Platón y Aristóteles. Zaratustra infiere que el alma muere después del cuerpo. Karl Vogt, zoólogo del siglo XIX afirma que el cerebro segrega pensamientos, como el hígado segrega bilis. El escritor moderno italiano Pitigrilli aserta que el alma es una secreción de glándulas.

Con Sócrates la Teogonía pasa a ser sólo literatura. Platón, siguiendo a Pitágoras nos descubre al Dios Luz Eterna. El oficio católico de difuntos reza: Et lux perpetua luceat eis, que la luz eterna os ilumine. El mayor error teológico-filosófico del hombre es haber antropomorfizado a Dios. Dios es el que es, según el disidente egipcio Moisés. Los judíos siguen esperando a su Mesías, más libertador que deidad. Los cristianos ya tienen su Mesías Dios. Como conceptos filosóficos menos conocidos en Occidente, están el Tao chino y el budismo hindú, de alto ascetismo moral. Consoladoramente Plotino aglutina que el Uno es Luz Belleza Bondad Verdad. Juan de Patmos, que Dios es amor.

En su raciocinio Cicerón se pronuncia contra las ideas bárbaras e ilógicas del cristianismo. En la Edad Media, el franciscano de Oxford Guillermo de Ockham, diplomatiza que si Dios existiera no sabríamos hablar de él. En horas de dolor yo definí a Dios como un monstruo ciego e insensible. Proudhon, el racionalista francés, y otros antes que él, dice que Dios no es más que un producto de la mente humana, causa de todas nuestras miserias, a quien cuanto más tratamos de definir, más nos elude. Y Freud remacha que la religión es responsable del empobrecimiento de la inteligencia.