sábado, 24 de enero de 2009

EL LENGUAJE DE LA PIEDRA

Filosofía de la historia de la Arquitectura


AL OESTE DEL EDÉN

Apenas el hombre se había despojado de su peluda piel de simio y comenzaba a configurar antropomorfos muñequitos de barro a su imagen y semejanza, que luego divinizaba, toscas vasijas para uso doméstico y dólmenes megalíticos donde enterrar a sus muertos para eternizarlos, proveyéndolos de alimentos y de sus pertenencias personales, en la orilla de Poniente del Nilo nacen unos descomunales hongos de piedra de mundo de Titanes, llamados pirámides, más impactantes por su sobrehumana grandiosidad que por su propia belleza. Se especula que fueron construidas por extraterrestres. Pero desde la más arcaica, la escalonada de Saqqara, cada una de ellas corresponde a una enumerada dinastía y al nombre concreto de un Faraón.

Al mismo tiempo más o menos, en Mesopotamia, donde estaba ubicado el Paraíso Terrenal, se construían zigurats, templos sagrados donde adoraban al Fuego purificador, estelas conmemorativas de hechos de guerra y conquistas, colosales palacios y jardines colgantes. Por confluencia con ambas civilizaciones nace la cultura minoico-cretense en el mar Egeo, donde según algunos estudiosos había ocurrido el cataclismo de la Atlántida, que por toponimia, y según Platón, tuvo lugar en el océano de su nombre.

Para entonces ya habían aparecido conjuntos megalíticos como el de Stonehenge en Inglaterra y la Cueva de Menga en Antequera, cuya interioridad de arcaico y modesto templo egipcio nos transporta a esa civilización, no tan ajena, ya que en sus cercanías se han encontrado urnas funerarias egipcias de alabastro de tiempos de los cartagineses.

En el año 1100 a.C., los tirios, fenicios hegemónicos tras el oscurecimiento de Micenas, fundan Cádiz 80 años después de la caída de Troya, y nos dejan su religión en el templo a Melkart en la isla de Sancti Petris, en el sur, que los griegos dedican a Herakles y los romanos a Hércules, existentes aun en tiempos de Trajano y Adriano.

Con la superación de la cultura micénica en la Grecia continental, los griegos, impregnados de sus vecinos del Próximo Oriente y del cercano Egipto, empiezan a desarrollar su hegemonía del mar. A mediados del primer milenio a.C., construyen palacios y templos de infinita armonía, como el insuperable Partenón, lejos del titanismo de sus predecesores. Para entonces ya se había construido el Templo de Salomón por arquitectos fenicios, que ya habían dejado de epigrafiar sus monumentos con signos cuneiformes e inventado la escritura silábica, que adoptada por los griegos, éstos van a difundir por todo Occidente.

Se dice que sin el helenismo de Alejandro Magno, Europa tal como la conocemos hoy no hubiera existido. En efecto, las extensas conquistas del macedonio hacen posible la simbiosis de las grandes culturas del más cercano Oriente con las del todavía soñoliento despertar occidental. Con su temprana muerte desaparece su vasto y efímero imperio, repartido entre sus generales y amigos favoritos. Con la Eneida de la Magna Grecia en Italia, la cultura grecorromana va a imponerse hasta las orillas del Atlántico. Un imperio imperecedero en el tiempo, que territorialmente doblaba al anterior.