sábado, 21 de marzo de 2009

EL LENGUAJE DE LA PIEDRA

EL ECLECTICISMO FINAL

Desde el Olimpo, los dioses han ido descendiendo hasta unirse con su atormentada criatura, el hombre.

A mediados del siglo XIX el efervescente Manifiesto Comunista encorajina a los proletarios del mundo a unirse en la defensa de sus derechos de clase obrera. El Romanticismo impregna el Realismo Socialista, el Modernismo, el Surrealismo vanguardista, y todos los Ismos subsiguientes. Francia acuña el vocablo universal Art Nouveau.

La primera guerra mundial, jaque mate a la caída de los zares y al imperio Austro-Húngaro, modifica estrepitosamente el tablero de ajedrez que es Europa. Rusia reemprende la traicionada Revolución francesa, aumentada y corregida esta vez.

Entre todos aquellos creadores pioneros en el devenir de nuevos estilos, Antonio Gaudí es el más imaginativo y ecléctico. Construye la primera sede obrera en Mataró. Diseña el idílico palacete el Capricho en Comillas, en estilo neomudéjar, que ha tenido un gran florecimiento entre finales del siglo XIX y principios del XX en palacios y plazas de toros, en España y América. La Sagrada Familia de Barcelona es un compendio de todos los estilos arquitectónicos que han enaltecido a la Humanidad.

El otro arquitecto universal de sus tiempos es el suizo Le Corbusier, más laico y socializante que Gaudí, en cuyo edificio en el boulevard Michelet de Marsella, cerca del Vieux Port, y no lejos de la catedral bizantina, viví durante dos años, 17 después de su inauguración. Padre de la arquitectura moderna, diseña viviendas sociales en la India, palacios de deportes y el Metro de Moscú. Su discípulo y colaborador Oscar Niemeyer desarrolla el proyecto conjunto de la ciudad ideal de Brasilia, y contra todos los problemas sociales, da a su país una gran monumentalidad arquitectónica.

La arquitectura soviética denota el utilitarismo social en construcciones y viviendas populares. Los países satélites se alinean de sólidos cubos rectangulares y uniformes hileras de ventanas cuadriculadas, en un sobrio neoclasicismo modernizado y socializante, víctima del criticismo de occidente, más político que construccional. Desde Alemania del Este hasta el Báltico, Corea del Norte, Vietnam, Mongolia, incluso la tradicionalista China de exóticos tejados de pagoda vueltos hacia arriba, ya disuelto también su milenario imperialismo.

En países del Este europeo, miembros de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, perdura el bizantinismo veneciano de siglos anteriores, así como en Viena, donde sorprende el socializante sovietismo de transición del Karl-Max-Hof de los barrios periféricos, en contraste con el casco histórico, tan moderadamente imperial como el Madrid de los Austrias. Inmensos hoteles-caserna, renovados en su interior, ofrecen hoy un aceptable confort de Hungría Comunitaria. La sobriedad soviética estaba muy superada ya en la Yugoslavia de Tito. Impactante es el estilo victoriano del casco histórico de Praga, protegido por el príncipe Carlos de Inglaterra. La aparente prosperidad del país, acabado de salir del comunismo, quizá se deba a la fabricación de armamento.

La Universidad Laboral de Gijón, de tiempos de Franco, llamada el Escorial del Norte por su monumentalidad, y porque de alguna manera lo evocan su cuadrangular estructura, la imperial entrada de soberbios herrajes, el barroquismo berniniano de la iglesia, el grutesco del desfasado teatro, en dicotomía con el conspicuo estilo soviético en las ventanas y aulas que dan al inmenso patio, más acorde con la funcionalidad a que estaba destinado, y que a esas alturas del siglo se había impuesto más o menos sofisticadamente en el resto de Europa.

La torre Eiffel, sin la que hoy no podríamos concebir París, desgastada ya su fealdad de contraste inicial, inaugura la edad del hierro del siglo XX. Estaciones de ferrocarril y puentes diseñados por ingenieros artistas, edificios de Congresos y Ferias Internacionales, rascacielos de acero y cristal en Chicago y Nueva York. Las Torres Gemelas fueron construidas de un bosquejo de Le Corbusier.

Un funcionalismo global, uniforme y diverso, alberga omnipotentes multinacionales que han dejado allá abajo las más altas torres de iglesias y catedrales neogóticas, proyectando amedrentadoras sombras dosificadoras del cielo y del sol común, que hacen que el hombre se sienta una hormiguita insignificante e impotente, apabullado por la deífica capacidad humana para una Creación sintética y artificial. Un Génesis a la inversa, en el que el Hombre, desde siempre, estuviese creando a dios.


Ponencia presentada en el VI Coloquio Internacional de Estudios sobre África y Asia. Publicada por el Instituto de Estudios Ceutíes. Ceuta 2006.