sábado, 20 de diciembre de 2008

ENDOGAMIA REAL FEMENINA HISPANO-PORTUGUESA

BRAGANZAS Y BORBONES

Después de la muerte de María Manuela, Felipe II, III y IV, miran más hacia las restantes casas reinantes europeas para elegir consortes. El nieto de la duquesa de Braganza que había cedido sus derechos de sucesión a la corona de Portugal a Felipe II, se casa con la duquesa de Medina Sidonia Luisa de Guzmán. Ésta renuncia a su ciudadanía española para devenir reina de Portugal, sin excluir la posible anexión de lo que siempre había estado en las miras del país hermano, el extremo occidental de Andalucía.
En 1637 Juan, VIII duque de Braganza, está al frente de las revueltas independentistas. En 1640, durante el reinado de Felipe IV y su valido el conde-duque de Olivares es reconocida la independencia y Juan IV es el primer rey de esta nueva y última dinastía que reinaría en Portugal.
Catalina de Braganza, hija de Juan IV y Luisa de Guzmán, se casa con Carlos II Estuardo de Inglaterra. La dote de ésta, Tánger, llave del imperio portugués en África, y Bombay en Oriente, pasan a Inglaterra, marcando con ello el declive del imperio portugués, principio del imperio británico.
La falta de herederos del último Austria español, Carlos II el Hechizado casado en primeras nupcias con María Luisa de Orleans, sobrina del rey Sol Luis XIV y de su hermanastra María Teresa de España, y en segundas con Mariana, hija de Felipe Guillermo de Neoburgo, desencadena con su muerte la guerra de sucesión. Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV y María Teresa, inaugura en España la dinastía Borbónica a principios del siglo XVIII con el nombre de Felipe V. Casado con María Luisa Gabriela de Saboya, su hijo Fernando VI se casa con Bàrbara de Braganza, hija de Juan V de Portugal y la Archiduquesa Mariana de Austria hija del emperador Leopoldo I y Leonor de Neoburgo, hermana de Mariana reina de España y de Sofía casada con Pedro II de Portugal. María Ana Victoria, hija de Felipe V y su segunda esposa Isabel de Farnesio de Parma Baviera y Toscana, se casa con José I de Portugal.
A la muerte de su esposa, Fernando VI enloquece y muere un año después, satisfaciendo así las ambiciones maternales de Isabel de Farnesio, que ha visto también desaparecer al único Luis español, hermano de Fernando. Isabel ve en el trono de España a su hijo Carlos III, que tiene que renunciar a Sicilia y Nápoles en su hijo Fernando IV, luego I Dos Sicilias. De José I y María Ana Victoria hereda la corona su hija María I, casada con su tío Pedro III de Portugal. Su hija María se casa con su primo Gabriel, hijo de Carlos III y María Amalia de Sajonia. Ambos mueren muy jóvenes dejando un hijo, Pedro Carlos. Sucesor en España Carlos IV, su hija Carlota Joaquina se casa con Juan VI, regente por incapacidad mental de su madre María I. Su primogénita María Teresa princesa de Beira se casa en primeras nupcias con Pedro Carlos.
En 1807 la familia real portuguesa tiene que abandonar el país y exiliarse en Brasil, debido a la invasión de las tropas napoleónicas ayudadas por Godoy. Desde allí y en plena efervescencia la independencia de los países ibero americanos, Carlota reclama los territorios hispanos en nombre de su padre Carlos IV y de su hermano Fernando VII. Con la secesión del Uruguay de las Provincias Unidas del Río de la Plata, la última princesa española, reina consorte de Portugal, tiene que desistir. Sus descendientes, Pedro IV y V, independientes ya de la península, se proclaman emperadores I y II de Brasil.
La segunda esposa de Fernando VII es su sobrina María Isabel de Braganza y Borbón. Su hermano Carlos María Isidro se casa con María Francisca y al enviudar, con la hermana viuda de ésta, María Teresa, princesa de Beira, que es el Principado de Asturias del país vecino. Carlos María Isidro aspira al trono de España, donde ha sido proclamada reina Isabel II, hija de Fernando VII y su última esposa María Cristina, hija de Francisco I de Nápoles y de su hermana María Isabel. Se declaran las guerras carlistas.
Con los asesinatos de Carlos I y el heredero Pedro, y el derrocamiento del que hubiese sido Manuel II, en la revolución de las Naranjas en 1910 la República es proclamada definitivamente en Portugal. Sus descendientes, reyes sin coronas como tantas otras casas reales europeas, siguen llamándose príncipes de Braganza.

sábado, 13 de diciembre de 2008

ENDOGAMIA REAL FEMENINA HISPANO PORTUGUESA

REYES CATÓLICOS AFORTUNADO Y AUSTRIAS

Como poco antes con Pedro y Enrique, el asunto de La Beltraneja vuelve a dividir a Castilla en dos mitades rivales: portugueses gallegos leoneses y muchos castellanos son partidarios de la legítima heredera Juana. Entre estos el arzobispo de Toledo Alfonso Carrillo, quien pronuncia la histórica frase: Yo saqué a Isabel de hilar y yo la volveré a la rueca. Pero no resultó profeta el arzobispo. Con los Reyes Católicos Castilla y Aragón empiezan a ser España. Sus descendientes van a copar todos los tronos europeos.

En su Testamento la enérgica Reina escribe: …quiero y es mi voluntad que los dichos Reinos de la Corona de Portugal hayan siempre de andar y anden juntos y unidos con los Reinos de la Corona de Castilla sin que jamás se puedan dividir ni apartar por ninguna causa que sea o ser pueda.

Tras el Tratado de Alcaçovas entre Alfonso V y su sucesor Juan II con los Reyes Católicos, su hija primogénita Isabel se desposa con el heredero príncipe Alfonso, quien muere a causa de una caída de caballo en Santarem. Vuelven a casar a Isabel con el primo de aquel, Manuel el Afortunado, hijo del duque Fernando de Viseo, padre del primogénito Diego, asesinado por su propio primo y cuñado Juan II casado con la hermana de ambos, Leonor. Acusado Diego de conspiración, traición y colaboración con los Reyes Católicos en el asunto de la Beltraneja, así como su otro cuñado Fernando, II duque de Braganza casado con la otra hermana, Isabel.

A Manuel el Afortunado, O Venturoso, dicen los portugueses, los numerosos asentamientos en África y Oriente, además de Brasil, lo hacen el monarca más rico de Europa. Isabel muere a causa del parto de su hijo Miguel, el heredero del imperio más grande del mundo, que muere también dos años después.

Los Reyes Católicos no desisten y casan a su hija María con el viudo de su hermana. De su numerosa descendencia, su hija Isabel se casa con su primo hermano Carlos I de España y V de Alemania, Emperador, ambos nietos de Isabel de Castilla y bisnietos de Isabel de Portugal. La tercera esposa del Afortunado es Leonor de Austria, primogénita de Juana la Loca y Felipe el Hermoso de Habsburgo, primer Austria español, descendiente de la princesa portuguesa Eleonora, casada con Federico III Emperador de Alemania, padres de Maximiliano I Emperador casado con María de Borgoña. Viuda ya de Manuel, Leonor se casará con Francisco I de Francia, el implacable rival de su hermano Carlos V por la hegemonía europea.

Contrariamente a las numerosas princesas y consortes hispano-portuguesas que al enviudar se refugian en la Corte de España o en conventos castellanos poblados de bastardas reales, María, hija del Afortunado y Leonor, se niega a salir de su tierra.

La esposa de Carlos V, Isabel, Reina de todas las Españas y Emperatriz consorte del Sacro Imperio Romano Germánico, cuya belleza reproducida por Tiziano nos sobrecoge por su serena majestad, ha sido elegida por su rica dote, pero nunca un matrimonio de Estado fuera mejor avenido. De este afortunado amor nace Felipe II, “el hijo de la portuguesa”, que a su vez se casa con su prima hermana María Manuela, hija de Juan III y Catalina de Austria, hermana pequeña del Emperador. María Manuela, la infanta ingenua y gordita, muere poco después, dejando un hijo díscolo, Carlos, el de la ópera de Verdi con texto de Schiller, que no llegará a reinar.

La hermana menor de Felipe II, Juana de Austria, se casa con el hijo de Juan III y Catalina, príncipe Juan Manuel heredero de Brasil, quien muere prematuramente. El hijo póstumo de ambos, Sebastián, queda al cuidado de sus abuelos en la corte de Portugal. Sebastián morirá en el intento de expansionismo en el norte de África, en la batalla de Alcazarquivir. Al enviudar, su madre Juana vuelve a España donde será gobernadora mientras su hermano Felipe anda por Inglaterra y su padre se retira en Yuste. Ambas hermanas, viudas, Juana de Portugal y María Emperatriz de Austria, acabarán sus dias en el monasterio de las Descalzas Reales, fundado por Juana, una vez asentado definitivamente en España Felipe II.

En 1580 muere Enrique el Cardenal, tío de Sebastián, que ha sido elegido rey. Felipe II reclama el trono por su madre la Emperatriz, y con la anuencia de la duquesa de Braganza, también nieta del Afortunado y María, Felipe culmina la ambición ancestral: la unión de los dos grandes imperios donde nunca se ponía el sol. Por entonces, y a su sombra, ya están surgiendo nuevos imperios que acabarán con los dos.

sábado, 6 de diciembre de 2008

ENDOGAMIA REAL FEMENINA HISPANO-PORTUGUESA

TRASTÁMARAS Y AVIS


Enrique II, llamado Trastámara por haber sido criado por el conde de este nombre, pariente suyo, que a su vez debió tomarlo del lugar tras el río Támara, separación entre Castilla y Aragón acordada por Urraca de León y Castilla y su segundo esposo, el misógino templario Alfonso I el Batallador rey de Aragón, en cuya anulación también intervino el Papa.
Enrique II de Castilla y Pedro I de Portugal estaban casados respectivamente con Juana y Constanza Manuel, hijas del escritor. Al hijo de Pedro, Fernando I, los pedristas o emperegilados, en mención de Pero Gil, de alguna forma inmiscuido en la historia, le ofrecen el trono de Castilla y ataca por el valle del Guadalquivir. Enrique llega hasta Lisboa. Se firma la paz con el matrimonio de Juan I hijo de Enrique, y Beatriz, única heredera de Fernando y Leonor Téllez, descendiente de otro de los hijos de Leonor de Guzmán. A la muerte de Fernando en 1383, Juan I invade Portugal defendiendo los derechos de su esposa a la corona.
Pasando por alto a los hijos de su padre Pedro I y de Inés de Castro, Juan y Dionis, Fernando ha dejado al frente de sus tropas a su otro hermanastro, hijo de Teresa Lorenzo, Juan, Maestre de Avis, a su vez aliado con Juan de Gante duque de Lancaster, casado con Constanza, hija de Pedro el Cruel y María de Padilla, que también defiende los derechos de su esposa a la corona de Castilla y León.
Tras la derrota castellana de Aljubarrota en 1385, el hijo ilegítimo de Teresa Lorenzo es proclamado Juan I de Portugal. Con sincronismo de hermanos siameses Castilla y Portugal inauguran dinastías bastardas. Por el momento Juan I olvida la anexión de Portugal, casa a su hijo Enrique III con Catalina de Lancaster e instituye el Principado de Asturias en 1388.
Su hermanastra Felipa, así nombrada por su abuela paterna Felipa de Hainout madre del duque de Lancaster casado primeramente con Blanca de Francia, madre de Felipa y Enrique IV de Inglaterra, está casada con Juan de Avis. Reivindicación histórica: la nieta de Pedro el Cruel es reina de España como su hermanastra Felipa lo es de Portugal.
A Juan I de Avis le sigue su hijo Duarte I, así llamado por Felipa por su abuelo Eduardo III de Inglaterra padre del duque Juan de Gante. Duarte se casa con Leonor de Aragón, hija de Fernando de Antequera y Leonor la Ricahembra, descendiente de otro de los hijos bastardos de Alfonso XI y Leonor de Guzmán, Sancho de Albuquerque, casado con Beatriz, hija también de Pedro I e Inés.
Uno de los hijos de Juan de Avis y Felipa de Lancaster, Enrique el Navegante, va a desplegar el imperio naval portugués, base del imperio español de Ultramar. Su estatua sedente en Lagos, Algarbe portugués, otea el océano desde allá.
Del primer matrimonio de Juan II de Castilla y María, hija de Fernando I Trastámara y Leonor de Albuquerque, reyes de Aragón, nace Enrique IV. En segundas nupcias con Isabel de Portugal nace Isabel, descendiente de Juan de Avis y su unión con Inés Pérez Estevez por línea materna, origen de los condados y ducados de Barcelos Braganza, y de Juan duque de Beja, hijo legítimo de Juan de Avis y Felipa Lancaster por línea paterna, lo que hace a Isabel la Católica, nieta de Catalina de Castilla, una Lancarter por ambas ascendencias. A la muerte de su esposo Juan II, poco después de haber sido ajusticiado su valido Álvaro de Luna, Isabel enloquece y es recluida en Arévalo al cuidado de su hija.
Enrique IV ha repudiado a su esposa Blanca de Navarra en un matrimonio no consumado, y se casa con la princesa Juana, hermana de Alfonso V de Portugal, ambos hijos de Duarte y Leonor de Aragón. A Juana, que según los castellanos es descocada, se la relaciona con Beltrán de la Cueva Albuquerque, duque de Úbeda, a quien se le achaca la paternidad de la princesa Juana, nacida en Toledo en 1462. Motejada Beltraneja en una de las más sórdidas intrigas de sus tiempos, cuando desafortunadamente no existían las pruebas genéticas.
Mientras tanto Isabel se ha casado con su primo Fernando de Aragón. Alfonso V penetra en Castilla defendiendo los derechos de su sobrina a la corona, llegando hasta Toro y Zamora, feudos tradicionales de las infantas hispano-portuguesas, como Urraca y Elvira, hermanas de Alfonso VI, y Sancha y Dulce, hermanastras de Fernando III. Alfonso es derrotado por los Reyes Católicos. Juana rechaza el matrimonio propuesto por éstos con su hijo Juan, negándose a ser reina consorte cuando finalmente ha sido reconocida por su padre o no, heredera legítima.
Por razones de Estado se la desposa con su tío Alfonso V en un matrimonio virtual, y finalmente es recluida en un convento en Coimbra, donde después de haber sobrevivido a tantos contrincantes, muere en 1530, sin haber jamás dejado de firmarse : Juana, Reina de León y Castilla.
Con Enrique IV el Impotente, y el Débil, se le debía haber apodado doblemente como a sus antepasados Pedro y Enrique, se extingue en España el orden numérico de los Enriques, como en Inglaterra con el VIII. Los gloriosos Alfonsos alcanzan hasta el XIII, los Fernandos hasta el VII y los Felipes hasta el V, por ahora.

domingo, 30 de noviembre de 2008

ENDOGAMIA REAL FEMENINA HISPANO-PORTUGUESA

DE SAN FERNANDO A LEONOR DE GUZMÁN

Con la unión de Castilla y León Fernando III da un gran impulso a la reconquista posesionándose de innumerables plazas fuertes e importantes ciudades andaluzas, entre ellas Jaén Córdoba y Alcalá de Guadaíra, donde sienta sus reales y acomete la toma de Sevilla, que ocurre dos años después, en 1248.

Aragoneses castellanos y portugueses continúan avanzando por los territorios musulmanes del sur: Murcia, Coimbra Cintra Lisboa Évora Mérida Badajoz, y el Algarbe, cedido por Sancho II de Portugal a Fernando III, casado con Beatriz de Suabia de la casa imperial Hohenstaufen, descendiente del emperador Federico II. Beatriz, su nieta, primogénita ilegítima de Alfonso X y Mayor Pérez de Guzmán, se casa con Alfonso III de Portugal tras la guerra por el Algarbe. Ya viuda recibe de su padre el condado fronterizo de Niebla Ayamonte Gibraleón Huelva, y otros territorios indefinidos del suroeste hispano-portugués.

Dionis, bisnieto de Fernando III por Beatriz, se casa con Isbel, hija de Pedro III de Aragón y Constanza de Suabia y Sicilia, santa como Fernando de Castilla Luis de Francia y Santa Isabel de Hungría, sus parientes. En este reinado queda
configurado lo que hoy es el territorio portugués.

Del matrimonio Dionis-Isabel, Constanza se casa con Fernando IV de Castilla, y su hermana Beatriz, ambos hijos de Sancho IV y María de Molina, con el hermano de aquella, Alfonso IV. La hija de éstos, Leonor, se casa con Pedro IV de Aragón y muere al año siguiente en Teruel afectada de la peste, sin dejar descendencia. De Constanza y Fernando nace Alfonso XI, quien rechaza el matrimonio con Constanza, hija de su tío Don Juan Manuel, el insigne escritor. Constanza Manuel se casará con Pedro I de Portugal. Un infausto matrimonio, porque éste se enamora de la dama de honor de la Reina, la Inés de Castro del romance.
Constanza muere de amor no correspondido, supuestamente envenenada por su suegro Alfonso IV, el hijo de la Santa. Desde el más allá, la muy desgraciada en amores, Constanza, tendrá que ver proclamada reina después de muerta a su rival, asesinada por el pueblo vengador.

María, hija de Alfonso IV, se casa con Alfonso XI, a quien da su único hijo legítimo, Pedro. Su hermana Leonor se ha casado con el viudo Alfonso IV de Aragón y va a ser madrastra de Pedro IV, culpable de la muerte de uno de sus hijos, Fernando, casado con María, hermana de Fernando I de Portugal, hija de Constanza. Su otro hijo, Juan, y ella misma, van a caer en Castrojeriz entre las venganzas de su sobrino Pedro el Cruel, aliado con su hijastro Pedro IV, hijo de Alfonso IV de Aragón y su primera esposa Teresa Entenza, descendiente de los condes portugueses de Urgell por Jaime II de Aragón.

Como tantas veces en la Historia, este caso es un calco de su antepasada Leonor de Castilla, hija de Alfonso VIII y Leonor Plantagenet, casada con Jaime I de Aragón, cuyo segundo matrimonio con Yolanda, hija de Andrés II, padre también de Santa Isabel de Hungría, llevan a la primera esposa a recluirse en el monasterio de Las Huelgas, recién fundado por sus padres, tras el exterminio de su hijo Alfonso, heredero de Aragón, por su hermanastro Pedro III.

Leonor de Guzmán, descendiente de los más altos linajes andaluces, Pérez de Guzmán y Ponce de León, va a dar a Alfonso XI una camada de hijos ilegítimos. La reina María vive con su hijo en el alcázar sevillano, y Leonor entre sus feudos de Medina Sidonia y Alcalá de Guadaíra, donación del Rey, donde supuestamente nacen algunos de sus hijos. Aquí, un instituto de enseñanza media lleva su nombre de matriarca de la nueva dinastía que se va a imponer en Castilla, que con Isabel la Católica va a constituir la España que con el descubrimiento de América va a ser las Españas.

Con la muerte de Alfonso XI cerca de la recién conquistada Algeciras, durante la peste negra de 1350, la reina legítima hace encarcelar a Leonor, que muere ajusticiada en Talavera de la Reina. En nombre de su legitimidad, Pedro desata una oleada de crímenes o ejecuciones contra los conspiradores, que le consiguen para la historia el apelativo de Cruel o Justiciero, según cada uno de los bandos en que se ha dividido Castilla, a punto de una guerra civil, que estalla cuando su hermanastro Enrique se proclama rey en el monasterio de las Huelgas. Aliado con Francia, el bretón Beltrán Duguesclin da muerte a Pedro en el sitio de Montiel, en 1369. Enrique usurpa el trono, y, como su hermanastro, pasa a la historia con el doble apelativo ominoso de Bastardo y Fratricida.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

ENDOGAMIA REAL FEMENINA HISPANO-PORTUGUESA

Este seguimiento por línea dinástica femenina viene a paliar la misoginia de que adolece la historia.

LA PIEL DE TORO

Madre Gea configuró las fronteras naturales de esta península entre el erupto pirenaico y el estrecho de Gibraltar. Tras el eslabón perdido en la historia de la civilización desde el paleolítico hasta la aparición de las grandes culturas humanas, unos sabios griegos la percibieron como una piel de toro, testuz en el Pirineo, cola en el Peñón, finisterre del mundo hasta entonces conocido.

Iberia llamaron a esta unidad fisiográfica: los mismos sistemas montañosos la erizan, las mismas vías fluviales riegan su territorio. Desde Atapuerca hasta las Cuevas de Altamira, idénticas etnias la poblaron, los mismos héroes autóctonos la defendieron. Gerión y las Columnas de Hércules al sur, el reino de Argantonio. El oro y la plata de Tartessos atrajeron a industriosos fenicios, griegos pensadores y artistas, belicosos cartaginenses, imperialistas romanos y godos romanizados.

Leovigildo la organiza como Estados articulados. Recaredo, al abjurar del arrianismo contribuye a la universalización del cristianismo católico romano, que ya había disipado los ritos celtas del norte y los animistas del sur, con sus diosas de la Fertilidad, Damas de Baza y de Elche, y las Oferentes del Cerro de los Santos.

Todos estos advenedizos van tirando líneas divisorias en Celtiberia: Citerior y Ulterior, Tarraconense Cartaginense, Bética Lusitania Gaélica. Hispania, reino de Toledo. Los árabes traen la nueva y tercera rama de la religión adámica y aquí se asientan para permanecer durante ocho siglos.

Recluidos en las crestas de Cantabria los godos inician su reconquista: un arduo tejer y destejer en una resistente tela de Penélope. El diminuto reino de Oviedo se convierte en reino de León, que abarca también tierras de Galicia y del norte de Portugal. De la dinastía vasco-navarra nace Castilla, que junto con los reinos de Aragón y Levante avanzan al unísono hacia Al-Andalus meridional, ganando terreno a los invasores musulmanes, que en oleadas victoriosas incursionan en territorios cristianos, cuyas fronteras fluctúan hacia acá o hacia allá, mediante conquistas armadas entre sus propios reinos o matrimonios concertados. A veces ambas mitades peninsulares luchan entre sí, olvidando al enemigo común, incluso pactando con ellos.
Al final del primer milenio de nuestra era, Almanzor recorre triunfalmente la península. Llega a Compostela y se trae a Córdoba puertas y campanas del primer templo de la cristiandad occidental. Esto unifica a los reyes cristianos en un objetivo común. La reconquista es un hecho imparable ya.

viernes, 21 de noviembre de 2008

LAS MIL Y UNA NOCHES EN LA LITERATURA OCCIDENTAL

LUTERO Y GOETHE

Sin olvidar al dios Wotan de su mitología celta y germánica ni sus ritos ancestrales de magia y nigromancia, los bárbaros del norte se hicieron cristianos y cambiaron su Walhalla por el Paraíso. Con Alarico en Roma, los visigodos traen a España el Tesoro de Toledo: la Mesa de Salomón. Desaparecido Carlomagno, el papa Juan XII corona emperador del Sacro Imperio Romano Germánico a Otón I. Le siguen Otón II, III y IV, etc. Con el primer Staufen, Federico Barbarroja, los emperadores germanos van a presentar una sistemática oposición al papado, que los castiga con la excomunión; lo que va a desembocar en los bandos de güelfos y gibelinos. Su nieto Federico II, Juliano el Apóstata de Occidente, es tolerante con judíos y musulmanes, como lo eran las dinastías occitana castellana y aragonesa. Se les acusa de ser demasiado benévolas con los infieles y de estar imbuidos en prácticas de magia y cultos orientales.

Decrecido el poder de la segunda Roma, Constantinopla, los longobardos habían creado la tercera Roma en Milán. En sus territorios se erigen catedrales románicas, abadías y monasterios donde pacientes y hábiles amanuenses copian códices y pergaminos en letra gótica, incrustados en oro, plata y piedras preciosas. El más famoso de ellos el Carmina burana del siglo XIII del monasterio de Saint Gall, Suiza.

Ostrogodos y visigodos hablaban el latín carolingio. El documento más antiguo en alemán culto saxón-franco-renano es el Cantar de Hildebrand, del siglo VIII, que narra las luchas primitivas tribales. El Cantar de los Nibelungos es la gesta de los Burgundios contra Atila, que finalmente consigue asentarse en las llanuras del Danubio, recogido de la tradición oral, ya en tiempos del Cantar de Roldán y del Mío Cid.

A partir de Chrètien de Troyes, Gottfried de Estrasburgo rescribe el Tristán e Isolda, y Wolfram von Eschenbach hace su versión de Parsifal. En el siglo XV Guttemberg de Maguncia pragmatiza la imprenta, cuyos rudimentos ya habían sido inventados por los chinos. Martín Lutero traduce la Biblia al alemán, que publica en la recién estrenada imprenta, en 1534. Y como el Corán de Mahoma para los musulmanes, esta Biblia es el vehículo que aúna todas las lenguas vernáculas germanas. Ya existía una Biblia del siglo VIII, pero Lutero no había visto ninguna hasta que no ingresó en el monasterio agustino de Erfurt.

La sobriedad natural de las razas germanas, y por derivación su puritanismo adquirido, es poco dado a las licenciosas exuberancias de Las mil y una noches, contrariamente a Boccaccio y Chaucer. Sólo he encontrado unos versos del clérigo Ulrico von Hutten, germanizante y contemporáneo de Lutero, recriminando la corrupción del clero, su atraso e hipocresía, concordando con Dante en que todos los clérigos deberían estar en el infierno.

Lutero promociona los cantos litúrgicos en las ya existentes Escuelas de los Maestros Cantores, evolucionadas de los “minnesang” o cantos de amor trovadorescos de la edad media, que se extienden por todos los territorios de habla germana, desde Luxemburgo a Viena Zürích Estrasburgo Lausanne Leipzig, etc. Estos cantos, plenos de una profunda espiritualidad, nos van a dar a un Wagner, el Shakespeare de la historia musicalizada del germanismo, y canciones de navidad como el Oh Tannenbaum y el Noche de paz, noche de amor, de nuestros tiempos.

Tan tardíamente como el siglo XVIII, Johann Wolfgang von Goethe, con su monumental obra del Fausto sienta las bases del alemán moderno. De todas las versiones, me gustaría conocer el Fausto original maniqueo, del que nos habla San Agustín.

Como los emperadores romano-germánicos, y Hitler después, en su viaje a Italia Goethe queda fascinado por esa tierra “donde florece el limonero”. Y como dice su contemporáneo y amigo, el Barón von Humboldt, el mundo simbólico de Goethe no se puede entender sin tener en cuenta su adhesión a la logia masónica teutona en 1780. Seguramente habría leído La metamorfosis, de Ovidio. En su obra sobre el Doctor Fausto, Goethe nos lleva a las esferas celestes de la Divina Comedia, como ésta, laica, aconfesional y universal, aunque ambas entroncadas en la cosmovisión judeocristiana. Con sumo respeto, Goethe denomina “libros inspirados por el Espíritu Santo” a todos aquellos que constituyen el acervo común de la sabiduría humana.

En boca de Mefistófeles, recomienda al estudiante que “se afanase `por escribir como si le estuviera dictando el Espíritu Santo”. En su mundo mitológico ancestral germano de faunos genios sátiros ninfas fantasmas y brujas, y de simbolismo masónico, insinúa recetas de alquimia, habla de probetas redomas y retortas, de seres de luz, de los ángeles de fuego del amor; y del éter, después teorizado por Einstein. Hombre de Estado en la corte prerrepublicana de Weimar, en 1808 se entrevista con Napoleón en su paso devastador por Alemania.

En su tardío Renacimiento, la lengua alemana es la depositaria de la filosofía clásica griega y de la ciencia del imperio musulmán. Nietzsche escribe Así hablaba Zaratustra donde cita el ocaso de los dioses Todo está preparado para la revolución de Karl Marx. En 1922 se impone como himno nacional prenazi, música compuesta mucho antes por Haydn y recreada junto con la letra por August Heinrich Hoffman, el polémico Deutschland Deutschland über alles.

Ponencia presentada en el IV Coloquio Internacional de Estudios sobre África y Asia en el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert. Diputación Provincial de Alicante. Elche 2002.

LAS MIL Y UNA NOCHES EN LA LITERATURA OCCIDENTAL

EL ARCIPRESTE DE HITA Y CERVANTES

Si difícil es sintetizar el proceso de influencia judeo-cristiana-islámica en las letras occidentales, hacerlo sobre España, ocho siglos musulmana, es apenas esbozable. El árabe se hablaba en tres cuartas partes de la península. Muchos cuentos de las mil y una noches son escritos por arabistas españoles, y sus traducciones circulaban por toda Europa. Fueron los mozárabes los artífices de la mezcla aljamía, lengua de cristianos escrita en caracteres árabes. En el siglo XI el presbítero Vinicio tenía que traducir las canciones eclesiásticas para el obispo de la catedral de Toledo, Abdel Malic.

De la transición del latín al castellano va a quedar una lengua, viva aun hoy, de una gran belleza fónica y candidez expresiva, que hablan los judíos españoles dispersos por el mundo, que tanto contribuyeron a ella y he oído en Marsella Nueva York y Los Ángeles, donde como en Israel, se editan periódicos en ladino. En la hermética sinagoga sefardí de Westwood tuve el privilegio de ser invitada a la proyección de un cortometraje titulado, creo recordar, Añoranzas de Sefarad.

El emperador Federico II muere en 1250, coincidiendo con el rey San Fernando. Su hijo Alfonso X el Sabio era el príncipe europeo, más idóneo para seguirle en el Sacro Imperio Romano Germánico, lo que intentó sin conseguirlo. No será hasta muchas generaciones después en las dinastías castellanas, cuando Carlos V va a lograrlo en el siglo XVI, consolidándolo con el saqueo de Roma, en lo más álgido del imperio español, cuando ya España había desdoblado el mundo.

A la escuela de traductores de Toledo, corte del rey legislador y poeta, llegan sabios de toda Europa para traducir los libros sapienciales del griego y del latín, del árabe y del hebreo. En un castellano incipiente, aun muy latinizado, Alfonso X escribe las Partidas, las Crónicas y las Cantigas. En el códice de Toledo, Ibn Abdún, como si ya hubiese leído a Boccaccio, que sí le hubiera podido leer a él, escribe que “los clérigos son libertinos, fornicadores y sodomitas, por lo que a las mujeres musulmanas debe prohibírseles entrar en las iglesias cristianas, y a las mujeres cristianas también. Éstas comen y fornican con los clérigos, y no hay ni uno solo de ellos que no tenga una o más mujeres con quienes acostarse”. Y como si Ibn Abdún hubiese leído a San Pablo, cosa muy posible, aconseja que “convendría mandar a los clérigos que se casasen, como hacen en oriente, y a los hombres se les debe obligar a circuncidarse, como lo hizo Jesús” - Dios lo bendiga y lo salve.

El rey Sabio hace traducir del árabe los cuentos indios Calila e Dimna. Su hermano don Fadrique hace traducir el Sendebar. Su sobrino don Juan Manuel escribe el Conde Lucanor. Tutor de su sobrino Alfonso XI, éste, como tantos reyes poetas de Al Andalus, hace que se escriba en versos la crónica de la batalla de El Salado, y quizás sea él mismo quien escribe el poema a su bienamada Doña Leonor de Guzmán, castellana de nuestra fortaleza de Alcalá de Guadaíra, regalo del Rey, y madre del vástago que va a constituir la revoltosa dinastía de los Trastámara, hasta llegar a los Reyes Católicos.

En la literatura de gesta, algo tardía en España, contamos con la saga de los Amadís de Gaula, culminada con el Cantar del Mío Cid, tan pleno de lo que Cervantes llamaba “la morisma”, y de arabismos de exquisita musicalidad.

Pero es el Arcipreste de Hita, Juan Ruiz, nacido en el siglo XIV en la ciudad fronteriza de Alcalá la Real, cautivo de los moros en su infancia, con su Libro de buen amor, tan antitético de lo artificioso del amor cortés, de desenfadada literatura laica y profana, sutilmente anticlerical entre Dios y el diablo y su entrañable Trotaconventos, escrito antes que el Decameron y los Cuentos de Canterbury, quien en la literatura castellana, enlaza más con Las Mil y una noches.

El Cardenal Cisneros edita la Biblia Políglota Complutense. El judío converso Fernando de Rojas escribe La Celestina antes de que Shakespeare lleve a la escena su Romeo y Julieta.

Miguel de Cervantes y William Shakespeare mueren el mismo día. Coincidencia cronológica de los dos creadores de las dos lenguas modernas de los dos imperios emergentes. Cervantes, en su Evangelio del Quijote, según lo califica acertadamente don Miguel de Unamuno, con una amable pero arrasadora sátira de las novelas de caballería, pone fin a toda la literatura folletinesca escrita hasta entonces, estableciendo los cánones de la literatura moderna universal. A partir de él se va a obviar el mito y se va a abrir los ojos a un entorno de realidad. La fábula arcaizante de gesta, no falta de brillantez, ha quedado relegada al pasado histórico. Cervantes ha creado el personaje literario nuevo y el escenario actual.
No sé cómo en mi juventud apareció en casa una versión ilustrada del Quijote, forrada en piel con portada grabada en oro, en castellano antiguo y letras góticas, que nunca me animé a leer por lo dificultoso del texto, y que un día desapareció, tan misteriosamente como había llegado.

Los reaccionarios cuentos de las mil y una noches no habían sido muy apreciados por los austeros seguidores del Corán. En 1895 se publica en Barcelona una edición completa. Blasco Ibáñez hace otra después. Y Washington Irving escribe sus Cuentos de la Alambra.


LOS CUENTOS DE CANTERBURY Y SHAKESPEARE

A principios del siglo VIII Beda el Venerable escribe la historia eclesiástica de Bretaña y Godofredo de Monmouth la vida de Merlín, en lo que se van a basar las leyendas artúricas bretonas y normandas de los héroes cristianos de la leyenda del Santo Grial y de los viajes fantásticos del Simbad británico San Borondón y su ballena flotante o isla giratoria, localizada en el archipiélago canario, donde estuvo Lancelot, que aparece y desaparece aun en nuestros días, supuestamente base de operaciones de intra y extra terrestres.

En el siglo XIV Geoffrey de Chaucer, protegido del célebre duque Juan de Gante, iniciador de las guerras civiles entre Lancasters y Yorks, y hombre de Estado de Eduardo III, viaja a España en misión diplomática, a Francia y a Italia, donde conoce personalmente a Boccaccio. Influido por el Decameron, escribe sus cuentos en el marco de las peregrinaciones a la abadía de Canterbury, donde estaba enterrado el obispo y canciller Santo Tomás Becket, asesinado al pie del altar por mandato de Enrique II. El asesinato de Tomás Moro por Enrique VIII va a ser un calco de éste tres siglos después.

El proyecto original de ciento veinte cuentos, dos a la ida y dos a la vuelta que cada uno de los treinta romeros tenía que improvisar, quedó reducido a sólo veinticuatro por muerte del autor.

Primigenio constructor de la lengua inglesa renacentista, fundida con los dialectos autóctonos, Chaucer precede a Shakespeare en la agudeza psicológica de sus personajes: la Priora habla “avergonzada” el francés de la abadía de Stratford, de donde ella procede, y lengua oficial de la corte normanda de Londres. Las lenguas vernáculas son habladas solamente por los campesinos y las clases bajas.

En el mismo tono jocoso de las Mil y una noches y el Decameron, los cuentos de Chaucer están escritos en un lenguaje irónico, satírico y mordaz. El médico, presumiblemente judío o musulmán, usa el tarot y el horóscopo para curar a sus pacientes. El espléndido cuento de El Bulero, o vendedor de indulgencias, es una incisiva sátira anticlerical, de sofisticado humor británico: “El Bulero acababa de llegar de Roma, llevando en su cartera las indulgencias, todavía calentitas. Imberbe y cutifino, le tomé por castrado e invertido. Pero en toda Inglaterra no había un bulero que lo superase”.

Valiéndose de un lenguaje muy versátil, según la semántica del oficio del protagonista, ”el molinero usa expresiones rústicas, groseras, y de una sencillez brutal”. Por supuesto que ninguno de los personajes glosados pasa por alto con despiadada hilaridad al marido viejo y cornudo, burlado por la esposa joven y fogosa, “retozona como un potrillo “ de El celoso extremeño de Cervantes.

Pero es Shakespeare a final del siglo XVI el creador del inglés moderno universal. Con una brillantez insuperable, eleva el rústico escocés galés e irlandés locales hasta la lengua imperial británica, pragmática y global de la cibernética de nuestros días.

Más aristocrático que teocrático, el dramaturgo lleva a escena la historia de Inglaterra, en un contexto de tragedia griega, con las sangrientas biografías de Eduardos Enriques Ricardos y la macabra Torre de Londres. Un crítico francés lo califica de “cómico histriónico y sanguinario” motivado por el drama escénico de Enrique VI, casado con Margarita de Francia, hija del rey Anjou de Nápoles y Jerusalén, descendiente del emperador Federico II, y por la endogamia real anglo-francesa, reina de Inglaterra después. El Hamlet danés y el Macbeth de los Estuardo escoceses nos descubren las más tenebrosas profundidades del alma humana. Con toda razón uno de sus críticos dice que “la obscenidad no llega a aflorar en esta excelsa literatura”.

Con el mercader judío Shylock y la tragedia del moro Otelo de la Venecia bizantinizada de su tiempo, Shakespeare sostiene el hilo de Ariadna de la influencia oriental. El traductor español de sus obras completas afirma que el inglés es la lengua más hermosa del mundo. La más específica pragmática y concreta, sin duda. Él traduce literalmente “La doma de la bravía”, por la irrebasable traducción libre en español “La fierecilla domada”. Una alumna norteamericana tradujo “hay moros en la costa” por “hay árabes en la playa”, cuya literalidad no se le podría rebatir.

A partir del dicho atribuido a Carlos V, se amplía que el italiano es la lengua de los cantantes, el francés la del amor, el alemán la de la guerra, el inglés la lengua que habla el diablo, y el español la que habla Dios.

Las primeras traducciones al inglés de las Mil y una noches, se hacen a mediados del siglo XIX. Traducida de una versión de El Cairo del siglo XV, se hace otra en 1920, imprescindible para los británicos que junto con Lawrence de Arabia andaban entonces por allá.

La antorcha helenística de Shakespeare pasará a Charles Darwin, a Dickens y a Bernard Shaw.

LAS MIL Y UNA NOCHES EN LA LITERATURA OCCIDENTAL

CANTAR DE GESTA Y AMOR CORTÉS

La plena aceptación del cristianismo en la Europa carolingia había disipado el uso de ritos paganos ancestrales y generalizado un renacimiento cultural, sembrando de catedrales y monasterios románicos todo el territorio europeo. Las luchas del Emperador contra los musulmanes de España, que ya habían traspasado los Pirineos e invadido Francia, en Roncesvalle da la primera obra de gesta: El Cantar de Roldán.

A principios del segundo milenio, los Cruzados, que han ido a salvar los Santos Lugares, acaban también apropiándose lo que queda del Imperio Romano de Constantinopla. Cuando finalmente son arrojados de aquel suelo por los musulmanes, los cristianos vuelven a casa arabizados, si no islamizados, impregnados de la filosofía oriental.

Judíos y musulmanes traducen del griego árabe y hebreo al latín, en St. Denis y Mont Saint Michel, Montpellier y Toulouse: cosmología matemáticas medicina mineralogía y alquimia. La Escolástica trata de conciliar la fe cristiana con la filosofía racional de Aristóteles. Con las lenguas neolatinas las letras se secularizan. El latín queda para la Iglesia, la Jurisprudencia y la Universidad. Su supervivencia está asegurada. Ni la ciencia ni la cibernética pueden prescindir de él. El griego original sigue siendo el semillero de neologismos para la lengua universal.

En la Provenza autóctona, más italiana que francesa por entonces, se desarrolla una cultura progresista impulsada por el conde Guillermo de Aquitania, que ha participado en las cruzadas, protege a judíos y musulmanes y mantiene en su suelo sinagogas y escuelas coránicas y cabalísticas junto a las escuelas monacales. Guillermo financia las obras del monasterio románico de Cluny en la Borgoña, desgraciadamente destruido en 1811. En esta sociedad ecléctica y permisiva, juglares y trovadores cantan sus sensuales cuentos de mil y una noches con una pátina de cristiandad. Las versiones orales van siendo recogidas en una literatura que llaman Román cortés.

Desde Cluny los monasterios se irradian a Italia Alemania Inglaterra y España, donde los Pirineos aun no marcan fronteras. En Cataluña contamos con importantes monasterios, como el de Santa María de Ripoll, Poblet y Santes Creus. Estos centros culturales, influidos por la filosofía y la mística oriental, van a dar lugar a la herejía de los cátaros o puros iluminados, que papas y reyes van a perseguir hasta su exterminio con la Cruzada albigense.

Margarita, hija de Ramón Berenguer conde de Provenza, se casa con el rey santo Luis IX, quien según Ítalo Calvino tuvo una experiencia mística una noche que pasó encerrado solo en una pirámide de Egipto durante la VII cruzada. Juana, heredera única del conde Raimundo de Toulouse, se casa con Alfonso de Poitiers, hermano de Luis, ambos hijos de Blanca de Castilla. Con estos matrimonios el Midí pasa a formar parte del territorio francés.

En el siglo XII, Chrètien de Troyes, capital de la Champagne, y María de Francia, hija de Leonor de Aquitania y esposa del conde de Alsacia y Flandes, Felipe, que también ha participado en las cruzadas, ambos protectores de Chrètien, dan impulso a una fabulosa literatura escrita en un francés incipiente: una de las muchas lenguas en las que se ha fragmentado el latín, llamada lengua de oil en la parte norte y lengua d´oc en la mitad sur, plena de arabismos por los muchos judíos y musulmanes que tras la victoria de Carlos Martel y con la aquiescencia de Guillermo de Aquitania habitan la región.

Esta literatura artúrica, o de caballería, se escribe principalmente en Francia, todavía no definida entre la Franconia alemana y la Bretaña insular. De las muchas cortes que se le asignan al mítico rey Arturo, una de ellas es Nantes en la Borgoña.

Dedicados a su protector el conde Felipe de Flandes, e impulsado por María, su esposa, Chrètien escribe el Tristán de Gales e Isolda de Irlanda, dando lugar a un género literario que va a llenar toda la Edad Media con las aventuras del rey Arturo y sus Caballeros de la Mesa Redonda de interminables y truculentos episodios y héroes como Lancelot y sus amores adúlteros con la reina Ginebra, esposa de Arturo; el PercevaL de la leyenda mística del Grial, símbolo del espíritu eucarístico cluniacense, o el Turrismundo de Cornualles, de la Casa de Escocia. Su madre, una doncella que jugaba en los bosques que rodeaban un castillo templario, queda embarazada, y cuando su hijo crece le aconseja que puesto que los monjes guerreros están ligados con voto de castidad, haga que toda la Orden lo reconozca como hijo.

Durante varios siglos estas narraciones van a constituir el cuerpo literario de las recientes lenguas europeas, todavía no destacadas totalmente unas de otras ni de su reciente pasado latino común.

Aunque los cuentos de las mil y una noches, traducidos en España, han pasado a toda la Europa latina, no es hasta el tiempo del Rey Sol Luis XIV cuando se hace la primera edición completa en francés, traducida de una edición de El Cairo de 1323. Cuando Napoleón conquista Egipto, fascinado por su cultura milenaria, se hace una nueva versión en 1832.

El acervo sapiencial humano alcanza el Siglo de las Luces con Voltaire y Víctor Hugo.

sábado, 18 de octubre de 2008

LAS MIL Y UNA NOCHES EN LA LITERATURA OCCIDENTAL

DANTE Y BOCCACCIO

El emperador Federico II, rey de Sicilia y Jerusalén, vuelve de las cruzadas arabizado y arabizante. En su corte de Palermo protege las escuelas de traductores de Salerno Nápoles y Montecasino que nutren las bibliotecas de Bolonia y Padua, Siena y Mantua con volúmenes de jurisprudencia medicina y mística oriental. Hizo traducir los tratados de metafísica del persa Avicena y del Averroes cordobés.

Según el arabista español de principios del siglo XX Miguel Asín Palacios, Dante tuvo que estar muy en contacto con la cultura árabe. En su Florencia natal, antes de sus estudios había asistido a las escuelas monásticas franciscanas de Santa María Novella donde también estuvo en contacto con dominicos. Es muy probable que allí hubiese leído los escritos del místico sufí murciano Ibn Arabi, que partiendo de Al-Andalus hace un viaje por todo el mundo islámico. Llega a Samarcanda donde come el loto de los dioses. En Jerusalén sube al cielo. Conoce las ciencias ocultas y dice que Juan el Bautista y Jesús tenían poderes cabalísticos.

Brunetto Latino, maestro de Dante, había sido embajador de Florencia en la corte del Rey Sabio en Toledo. Seguramente conocería la traducción castellana en la que el Profeta, en un viaje onírico es transportado desde La Meca a Jerusalén, acompañado por el ángel Gabriel. Allí desciende a los infiernos y presencia los inconcebibles tormentos a los que son sometidos los infieles. Pone en el Paraíso a los musulmanes que han practicado la limosna y a los que han concedido préstamos sin interés.

Dante escribe su Divina Comedia: ni divina ni mucho menos comedia en la acepción actual (lo de divina se lo añadió Boccaccio) en su lengua hegemónica toscana, aunando los dialectos latinos arcaicos, con los que estuvo en tan estrecho contacto en su dilatado deambular de exiliado, creando el italiano moderno.

Obra laica y veladamente anticlerical, la Comedia es el escenario de una alegoría apocalíptica. Rosa mística en la que el Poeta es acompañado por Virgilio y después por Beatriz. En el infierno encontramos una multitud de papas, príncipes y otros personajes condenados por toda clase de pecados y crímenes. Olvidando la misericordia divina y la caridad cristiana, Dante ni siquiera atenúa los infinitos tormentos del lago de hielo ni el de las llamas, coincidentes con los de la Gehena, el infierno musulmán. Allí coloca a Mahoma y a su primo Alí, por cismáticos, por haber escindido la fe y traer la discordia a la Humanidad. A Saladino Avicena y Averroes los vemos en el limbo, a donde iban los buenos no bautizados en la fe católica.

Tanto Mahoma como Dante, al final de su viaje se encuentran con la divinidad, que ambos describen como un foco de luz vivísima, del que ya había hablado Platón, mucho menos especulativo y mucho más científico, que según San Agustín había bebido de las escrituras hebreas, que no habían sido vertidas al griego hasta poco antes del comienzo de nuestra era. Ambos visionarios concuerdan en que el infierno está situado en las entrañas de la Tierra, bajo la ciudad de Jerusalén. Lo cual tiene muchas trazas de ser verdad.

Entre todos los narradores profanos, el más cercano a Las Mil y una noches es Giovanni Boccaccio con su Decameron. Florentino como Dante, hijo ilegítimo, llega a conseguir del Papa las dispensas necesarias para poder acceder a las órdenes mayores. En el marco de la peste negra que a mediados del siglo XIV devastó Europa, siendo la muerte el mejor calidoscopio para intuir el sentido de la vida y de la eternidad,

Boccaccio reduce las matemáticas árabes de mil y una noches a sólo diez días y diez participantes: siete muchachos y tres muchachas reunidos en un locus amoenus de Paraíso terrenal. Cada uno tiene que narrar un cuento cada día, hasta completar el ciento del Decamerón. Prescindiendo de la exuberancia repetitiva oriental, crea una de las obras más brillantes de la literatura universal.

Sus cuentos bizantinos, franceses italianos y españoles, sarcásticos satíricos eróticos, procaces a veces, a pesar del tono burlesco no carecen de una intención moralizante. Catapultado de la ambigua timidez del Dante, Boccaccio, ya abiertamente anticlerical, nos cuenta que Fray Alberto se conquista a una ingenua señora haciéndole creer que es al arcángel Gabriel. El pícaro Fray Cebollas tiene la obscena obsesión de “meter al diablo en el infierno”. El judío Abraham va a Roma, y viendo la maldad de los clérigos, se hace cristiano.

En su viaje a Roma, Boccaccio, escandalizado de la poca virtud de los clérigos, de los que él mismo es uno, condena la avaricia fraude gula envidia y soberbia que observa. Y asegura que aquello es más una fragua de operaciones diabólicas que divinas. Enviado como embajador de Florencia ante el Papa de Aviñón para mediar entre güelfos y gibelinos, arremete contra las riquezas de Cluny, a cuyos monjes acusa de libertinos y sodomitas. Ironiza que el cuerpo del niño mártir romano, San Pancracio sea venerado como reliquia verdadera en treinta diferentes iglesias de Italia.

La antorcha boccacciana, disipadora de tinieblas medievales, sigue de mano en mano, hasta Ítalo Calvino y Umberto Eco.

sábado, 11 de octubre de 2008

LAS MIL Y UNA NOCHES EN LA LITERATURA OCCIDENTAL

Escarceos sobre literaturas comparadas

LA BIBLIA Y EL CORÁN

Ininterrumpido hilo de Ariadna, la creación literaria nos conduce por el dédalo del tiempo hasta nuestros días. La fusión de las lenguas semíticas da lugar al árabe posterior. La escritura silábica fenicia adoptada por el alfabeto griego, al latín, madre de las lenguas románicas occidentales. Estos dos grupos lingüísticos son el aglutinante de las tres religiones monoteistas mayoritarias del planeta.

El Antiguo Testamento, traducido al griego por setenta participantes hebreos de la Alejandría helenística de Ptolomeo Filadelfo, y luego los Evangelios, divulgados en latín, extienden por toda Europa la filosofía judeocristiana. El árabe va a alcanzar una gran parte de Asia y África en alas de su libro sagrado el Corán, trasunto de la Biblia judía, a su vez influenciada por los libros sagrados egipcios y el Código de Hammurabi con la Ley del Talión, que Cristo abolió en sus predicaciones.

Como tercera y más joven religión abrahamanica, el Corán refunde los mil quinientos años de escrituras hebreas y los seiscientos de cristianismo hasta su fundación, desde el Pentateuco primigenio, dictado por Dios a Moisés a la salida de Egipto en el Monte Sinaí, y según el investigador estadounidense Harold Bloom, el Javeh de J., escrito por Betsabé, esposa del rey David y madre de Salomón, es llamativo el salto cualitativo literario que durante la cautividad en Nínive, capital de la Asiria imperial del siglo VIII a. C., experimentan los cronistas bíblicos con los libros de Jonás, Job y Tobías, y con los de Esther, Daniel, los Salmos y el Cantar de los cantares de poesía persa, durante la cautividad en Babilonia a mediados del siglo VI a. C.

Hasta los Macabeos de la época prerromana, el pueblo judío es un reino metafísico existente sólo en sus propias crónicas sobre los grandes imperios circundantes, del que ninguno de ellos hace mención histórica.

El Corán, también dictado por Dios a Mahoma, reconoce con Homero que a sólo Dios pertenece el poderío. Pero no por eso cesan las rivalidades entre el eternamente enojado y vengativo Javeh y el antitético clemente y misericordioso Allah,. Incluso los budistas tibetanos bajaban hasta Bizancio, ya Constantinopla, para poner paz entre cristianos y musulmanes.

Opuestament a la asfixiante ortodoxia coránica, los cuentos de Las mil y una noches, literatura profana de siete siglos de hegemonía islámica, recopilados por abasíes de Calcuta en 1226, de autores anónimos de la extensa geografía que abarcaron, cuyas culturas absorbieron, enriqueciéndose con las bibliotecas persas y sasánidas. Del sánscrito con Simbad el marino indio, el Turandot chino, los cuentos egipcios del Nur al Din magrebí, con Aladino y su lámpara maravillosa, de sugerente interpretación, y del muy versátil Alí Babá y los cuarenta ladrones. Muchos de estos cuentos arcaicos fueron reelaborados en Bagdad, la Ciudad de la Paz, en tiempos del califa Harum al Rashid.

Compendio de la sabiduría universal de sus tiempos, Las mil y una noches exalta el consumo del vino, prohibido por el Corán, el amor a los placeres sexuales, que adoptaron de las doctrinas tántricas de la India, la avaricia de lujos y riquezas, de las que podrían gozar en el Paraíso de Allah, sobretodo los que morían en la guerra santa. Abunda la jocosidad de los eunucos, la picardía del adulterio y el incesto, la homosexualidad y hasta el bestialismo.

Con regusto a Odisea, los marinos musulmanes navegan hasta escapar del Mar del Terror y entrar en el de la Esperanza o isla de la Salvación. Llegan a tierras de monos antropófagos, que no conocen a Dios, no rezan, son lascivos y hablan una lengua incomprensible. Beben licor de serpientes, como en la Tailandia actual, y acompañados de genios y efrites, flotan sobre los Siete Mares en la alfombra mágica del hachís del Magreb, el betel de la India, el tcha de Ceilán, el opio de la China, y encuentran la flor del Loto de los dioses en el otro confín. Describen un pájaro dinosáurico alado, el extinguido ruj de Madagascar. Comercian en las islas de la canela y la pimienta, partiendo de Basora o Kufah, del Yemen o de Omán. Distorsionando las distancias señaladas por Ptolomeo, dan 95 años hasta llegar a Egipto, 120 hasta la más lejana India.

Porque según el Corán, Dios hizo al hombre superior a la mujer, la sutilísima Sherezade es adalid de la emancipación de la mujer del Islam. El todopoderoso sultán goza de sus mujeres, y como una invertida mantis religiosa las decapita después. Es el viudo negro. Pero la sagaz Sherezade va a emascular su aguijón letal con el más incruento pero eficaz atributo humano: la palabra. Inteligentemente traza su plan, que luego va a sublimizar con el amor. Cómplice su hermana Dunyazad, sentada junto a ella en la misma cama en la que embelesado escucha el sultán.

Mil y una vez Sherezade va a ser autorizada a narrar un cuento mántrico. Mil y una vez va a adormecerlo como a un hijo, oh rey feliz. Mil y una vez advierte que está amaneciendo, e interrumpe el relato para el que había sido autorizada. Durante mil y una noches Sherezade ha esquivado la muerte y ha concebido un hijo. Pasará el resto de su vida en el amor de su sultán y de su prole, hasta que llegue la destructora de la paz y de la alegría. La disgregadora de las sociedades.

miércoles, 1 de octubre de 2008

EL SANTO GRIAL

III - TEUTONES ROSACRUCES Y MASONERÍA

Poco después de recuperada Jerusalén por Saladino, en 1197 Hermann de Salza reúne a sus hermanos Cruzados alemanes y funda en San Juan de Acre la Orden de los Caballeros Teutones de la Cruz. En 1237 dejan Tierra Santa, copada de reinos normandos y amenazada por el ya imparable avance sarraceno, para ir a convertir a los paganos del Báltico y a los eslavos del Este. Cristianizan Estonia Letonia y Lituania y fundan el condado de Prusia en Polonia, desatando la rivalidad histórica eslavo-germana. Ahora son enormemente ricos, se denominan Caballeros Portaespadas y crean la Liga Hanseática.

Con la Reforma de Lutero, el Gran Maestre Alberto de Brandenburgo se hace protestante y seculariza la Orden, que en 1809 Roberto Rosenkreutz convierte en Orden Alemana de los Caballeros Rosacruces. En 1834 se constituyen en Orden Honorífica Imperial Austriaca, de la que es Gran Maestre el Archiduque de Viena. Es decir, la Orden teutónica ha logrado sobrevivir durante varios siglos a sus hermanos templarios latinos.

Partiendo de los pragmáticos teutones del siglo XVI, la masonería va a alcanzar su edad de oro entre el XVII y el XX. A ella se adhieren emperadores reyes príncipes, generales, políticos y hombres de ciencias y letras de toda Europa. La independencia americana está impulsada por masones como George Washington y Franklin en el norte; Francisco de Miranda, San Martín y Bolívar en el sur. Y según el Generalísimo Franco, la República española, que desencadenó la guerra civil. Hasta entonces, los jesuitas, cuyo lema es el Ad Majorem Dei Gloriam, grito de guerra de los templarios, tan antagónicos y tan parecidos a los masones, viven en eterna pugna para ver quien echa de la Península a quien.

La masonería arcaica origina su emanencia en el Gran Arquitecto del Universo, antes del Big Bang. Y, descendientes de los templarios, en el Templo de Jerusalén, dejando atrás las pirámides de Egipto, única arquitectura del mundo achacable al mismo Hacedor Universal. Incólume a pesar de haberle pasado de cerca y por lo alto cualquier otra civilización.

Pero nadie puede hablar de la masonería acertadamente, con conocimiento de causa y propiedad. Basada en el hermetismo de sus rituales, en el dogma de su ocultismo, sus miembros están ligados con voto al secreto y al silencio, bajo pena de muerte. Su lema es: Saber Querer Osar y Callar.

Su complejo sistema simbólico parte de la Astronomía y la Geometría, en lo que radica la arquitectura universal. Junto con los signos del zodíaco y las tablas egipcias del Tarot, abarca todas las ramas del saber humano, incluidas la alquimia, la magia, el yoga y los misterios de Eleusis. Para su interpretación se sirven del alfabeto hebreo arcaico, de la Biblia y del esoterismo de la Cábala judaica.

Su filosofía es ecléctica y tolerante. En ella tienen cabida todos los sistemas políticos y religiosos: el Tao chino o camino del Universo, el hinduismo, el chamanismo tibetano, el pitagorismo y el zoroastrismo o maniqueísmo. Y sobretodo el sufismo islámico, con el que tan en contacto estuvieron sus antepasados templarios en Asia Menor. Gran Oriente se llaman sus logias.

En cronología se rigen por la fecha original hebrea de la Creación, cuatro mil años antes de la era cristiana, tan ampliamente rebasada por la paleo-antropología actual. Toman como primer arquitecto humano a Noé por haber construido el Arca con las dimensiones y geometría señaladas por Dios. Una inquietante justicia es para ellos vengar la muerte criminal del arquitecto del Templo de Salomón, Hiram.

Basan su ciencia en los elementos eternos del Ser: Tierra, esqueleto o materia sólida. Agua, líquido y sangre. Aire, elemento gaseoso, respiración. Fuego, destrucción y regeneración. Como animal sagrado, tienen al águila bicéfala blanca y negra del principio dual: bien y mal, luz y tinieblas, etc. Y emblema del imperio bizantino, adoptado por el imperio romano-germánico y el imperio austriaco hasta su desaparición con la primera guerra mundial, y que hoy conservan algunos países balcánicos, como Albania.

Para asimilar el arcano de todos estos conocimientos sapienciales, sus ritos iniciáticos se dividen en grados. El neófito es sometido a un riguroso examen de virtudes morales y capacidades intelectuales, siendo los grados básicos Aprendiz, Compañero y Maestro. Hasta el grado 33, en el rito más universalmente adoptado. Sólo en este grado el hermano masón ha alcanzado el summun de la sabiduría, sigilada todavía a los de más baja graduación, que a través de un paulatino ascenso sólo unos pocos van a lograr.

Por lo tanto, es especulativo tratar de hacer comprender esta orden secreta por antonomasia, que desde fuera el profano apenas puede rozar, teniendo que constreñirse a lo estrictamente histórico o anecdótico. Con las modernas democracias la masonería está mostrando un aperturismo inusual.

Para alcanzar la perfección el neófito es sometido a unos espantosos ritos de iniciación. Permanecerá en una cámara oscura alumbrada tan sólo por una vela junto a un cráneo humano. Después será llevado ante sus hermanos con los ojos vendados. En grados superiores será metido en un ataúd. Usan antifaces y nombres simbólicos, como en las órdenes religiosas católicas. En su atuendo de mandiles, collares, insignias y decoración, según Salma Rushdie, el perseguido por sus versos satánicos, “despliegan un exhibicionismo estrafalario”, que yo misma he presenciado en desfiles abiertos por las avenidas de Los Ángeles y Nueva York.

Etimológicamente la palabra masón, del francés, significa albañil en inglés. Era el gremio participante en la arquitectura medieval. Maestros constructores, artesanos artistas y decoradores de la piedra, en las que grababan sus signos mistéricos del secreto profesional. Constructores de fortalezas, castillos feudales, abadías, monasterios y catedrales, que con el tiempo fueron cambiando de estilo. De lo tosco de las fortalezas defensivas, evolucionan al espiritualizado románico y a la excelsitud del gótico, al mundano renacentista, al barroco de la Contrarreforma y al frívolo rococó. Antonio Gaudí dejó innumerables símbolos masónicos en su admirable arquitectura.

Una vez pasado el tiempo de las catedrales, cuando ya se vislumbraba el funcional rascacielos de las nuevas Torres de Babel, los masones acometieron la construcción metafísica del Templo Celeste, basándose en la filosofía y en la filantropía; y en la iluminación como Hermanos de la Fraternidad Universal. Los símbolos de su ideal de caridad y salvación humanas son: la Estrella Brillante o Flamígera y la Rosa Mística del gran misterio de la doctrina secreta de los Rosacruces. Aceptan en sus filas a adeptos de cualquier religión o credo político o filosófico. Condición indispensable es creer en el Gran Arquitecto del Universo y en la inmortalidad del alma. Tienen por patrón a San Juan Bautista, tanto por celebrarse su fiesta en el solsticio de verano, como por su origen en los hermanos de San Juan de Acre.

Repasemos las condiciones de algunos grados.

14. Se refiere a la unión con la orden, y en él debe primar la idea del
sacrificio.

16. El hermano masón tiene que demostrar sus méritos para que
éstos les sean recompensados con su ascenso gradual.

18. Tiene que mostrar la convicción de una paz profunda, que ya no
es afectada por el mundo exterior. Es el Caballero Rosacruz, que debe preocuparse de la transformación de la fuerza física en poderes psíquicos, llamada la gran transmutación, o alquimia espiritual. Los emblemas de este grado son: el pelícano dando de beber su sangre a sus polluelos, signo también de la Eucaristía, y la Rosa Mística sobre la cruz de los Rosacruces.

19. Implica la total perfección, o pontificado para dirigir los trabajos
de la masonería.

25. Es la maestría en el conocimiento de la hierba mitológica y
mágica de la sabiduría. Su signo es la Serpiente de Moisés.

26. Es el transporte al Tercer Cielo. (Recordemos a nuestros
místicos canonizados).

Hay otros títulos, tan sugerentes como Sublime Príncipe Rosacruz, Sublime Príncipe del Real Secreto, etc.

Mientras que en Europa y América la masonería goza de un sólido asentamiento, en España la primera logia no será creada hasta 1728 por el duque de Wharton, inglés residente en Madrid. Por supuesto con el rito escocés, predominantemente conformado por católicos. Pero no es hasta la invasión francesa cuando España se llena de logias francmasónicas, cuyo Gran Maestre es el mismo rey, el bienintencionado José Bonaparte, que abolió la inquisición en la península bajo el lema masónico, adoptado por la Revolución Francesa: Libertad Igualdad y Fraternidad.

Tres palabras arquetípicas del arcano universal, no precisamente negativas en su primera acepción. Como la cruz, divinizada por Cristo, la esvástica de los nazis, antiquísimo signo celta y escandinavo, y las cruces llameantes del Ku Klux Klan. ¿No son acaso los últimos tiempos de libertad individual desorbitada, de las guerrillas étnicas y los fundamentalismos religiosos, de okupas y refugiados que exigen la igualdad de derechos humanos; de los ecologistas que no saben qué hacer con los desechos del planeta; de la fraternidad universal de las ONG, de Amnistía Internacional, de los grupos antiglobalización, misteriosos signos subconscientes del inconsciente colectivo?



Ponencia presentada en el III Congreso de Estudios sobre África y Asia en Ceuta, 2001. El código da Vinci de Dan Brown fue publicado en 2003.

sábado, 27 de septiembre de 2008

EL SANTO GRIAL

SÍMBOLO DE ORIENTE EN OCCIDENTE

II – CRUZADOS Y TEMPLARIOS

El mundo virtual mítico y caballeresco de Arturo va a materializarse cuatro siglos después con Carlomagno. Unificada Europa, amparados los Estados Pontificios, el Papa León III lo corona Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico.

En gestación las naciones europeas a principios del segundo milenio, reyes príncipes duques y condes ambicionan nuevas tierras y riquezas. El emperador de Constantinopla Alexis II Comneno pide ayuda al Papa contra el avance de los turcos mahometanos, que ya han invadido muchos territorios del imperio bizantino y tienen en su poder los Santos Lugares. Urbano II proclama la primera cruzada en Clermont-Ferrand.

En 1096 una multitud de marginados y desvalidos, provistos con toda clase de indulgencias, conducidos por Pedro el Ermitaño y el franco Gautier de sans Avoir, atraviesan a pie toda Europa bajo la consigna de Deus vult: Dios lo quiere.

El Basileus de Bizancio encamina a la tropa de hambrientos a través del Bósforo hacia Asia Menor, donde en Nicea son aplastados por el ejército musulmán. A raíz de este desastre se organiza la cruzada de los príncipes feudales europeos. Obtienen la victoria de Dorileo, toman Antioquía, y en 1099 Godofredo de Bouillon consigue conquistar Jerusalén. Sienta en el trono a su hermano Balduíno I y fortifica el puerto de Acre para la defensa del Santo Sepulcro.

Allí unos comerciantes de Amalfi, Italia, fundan la orden de los Caballeros Cruzados Hermanos Hospitalarios, para ayudar a los peregrinos cristianos pobres y enfermos. En menos de un siglo la Orden cuenta con unas diez mil casas entre Asia Menor y Europa. Estos pequeños feudos les pertenecen con sus campos y vecinos, como por ejemplo en España Alcázar de San Juan.

En 1118 una rama desgajada de los hospitalarios de Acre se establece en el palacio del rey Balduino II, lugar del antiguo templo de Salomón. Hugo de Payens funda la nueva orden de los Caballeros Pobres de Cristo. Avalada esta orden ante el Papa por San Bernardo de Claraval, en 1128 se acoge al cister benedictino: adoptan el hábito blanco con la cruz roja en el pecho, y profesan voto de pobreza castidad y obediencia. Independientes de cualquier otra jurisdicción, son denominados Caballeros Templarios de Jerusalén, Milicia de Cristo, y Caballeros Celestes.

En su cuartel general del Templo de Salomón, los monjes guerreros descubren los tesoros antiguos: los misterios de la sabiduría hermética, mística esotérica y universal, simbolizados en el Santo Grial: la espada de David, el Sello de Salomón, la Cruz de Cristo que santa Elena, madre del emperador Constantino hace que los persas devuelvan a Jerusalén, restituida de nuevo a su templo por el emperador Heraclio en 614. De las innumerables astillas de la Vera Cruz repartidas por toda la cristiandad, la más conocida se encuentra en el Obelisco de Bernini, en la Plaza de San Pedro en Roma.

Los Templarios pasan a ser los nuevos depositarios del Santo Grial, que el Caballero Elegido Galaz había devuelto a Tierra Santa, junto con la Piedra Celeste o Filosofal de PercevaL Luego también va a caer en sus manos el Santo Sudario o Sábana Santa, finalmente custodiada en la Turín saboyana.

En 1187 Saladino arrebata a los cristianos Jerusalén. Se organiza la III Cruzada, en la que toman parte con sus ejércitos, el emperador Federico I Barbarroja, excomulgado por Alejandro III por sus luchas contra el papado, el rey Felipe Augusto de Francia y Ricardo I Corazón de León, casado por entonces con la princesa Berenguela de Navarra. Atrincherado en la isla de Chipre, Ricardo pacta con Saladino la libre entrada de los peregrinos cristianos en Jerusalén.

Tras la muerte del Gran Saladino, el emperador Federico II, nieto de Barbarroja y excomulgado como él, con la Sexta Cruzada reconquista Jerusalén, se casa con la heredera al trono, Yolanda de Brienne, y se proclama rey. María de Brienne hermana de Yolanda será emperatriz de Constantinopla.

La abadía de Cluny inicia una reforma entre los siglos XII-XIII.
En sus alrededores va a prosperar la secta de los cátaros o albigenses, que influidos por un eclecticismo de doctrinas místicas traídas de Oriente por cruzados y templarios, predican el ideal de la pobreza evangélica y la pureza de costumbres.

En 1203 el Papa Inocencio III promueve la llamada Cruzada del Santo Grial, e insta a Luis VIII de Francia a la guerra contra los albigenses, que durante treinta y cinco años va a arrasar Occitania, y que luego van a continuar la reina Blanca de Castilla y su hijo San Luis.

En 1215 Inocencio III condena la herejía cátara e instituye la Inquisición en el Concilio de Letrán. Al frente de ella está Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de los Dominicos, a quienes se les llama Canis Dómini o perros del Señor, y también frailes negros por el color de sus hábitos, que luego van a aclarar con el blanco zurbarán.

Dirigida por Simón de Monfort, una tremenda acometida a sangre y fuego se lleva a cabo contra el Montsalvage, donde supuestamente están custodiados los infantes de la sang-real, descendientes del rey David y de Jesucristo, mezclada con la sangre imperial de Federico II, que están llamados a ser soberanos tanto en Oriente como en Occidente, y que traerán la paz.

El conde Raimundo de Toulouse es desposeído de su trono, que pasa al vencedor. En 1229 San Luis pone fin a la guerra contra los cátaros con el Tratado de París, y Francia añade a su corona el Languedoc y la Provenza.

Después de la destrucción en 1244 de Montsegur, lugar santo de los cátaros, dispersos los pocos supervivientes y desaparecida la tolerante cultura de los trovadores del amor cortés y su dulce lengua d´oc, en 1259 el hermano de San Luis, Alfonso de Poitiers se casa con Juana, hija de Raimundo VII, y el condado de Toulouse pasa a Francia.

San Luis emprende la VII Cruzada contra Egipto, corazón del Imperio musulmán. Cae prisionero, y después de su rescate, a instancias de su hermano Carlos de Anjou, lleva a cabo la VIII Cruzada contra Túnez, donde muere afectado por la peste en 1270.

En el mismo año de la destrucción de Montsegur, los musulmanes reconquistan Jerusalén, y en 1291 consiguen expulsar definitivamente a los cristianos de San Juan de Acre, su último reducto en Palestina. Cruzados templarios y hospitalarios tienen que volver a sus tierras de Europa. Pero en el camino van a roturar un mosaico de pequeños reinos, ducados y condados: Chipre Malta Atenas, los Balcanes. Por entonces cuentan con una gran flota, y son la Banca de papas y reyes. Poseen fortalezas castillos abadías y monasterios que abarcan desde el Mar Negro al Atlántico, del Báltico al Mediterráneo.

Sus incontables tesoros, tanto materiales como de sabiduría y poder, están repartidos entre el Castel Sant Ángelo y Aviñón, Mont Saint Michel y Canterbury, o en el inexpugnable castillo de Peñíscola, residencia pontificia del Papa Luna español, Benedicto XIII.

Las Órdenes militares también proliferaban en España. Alfonso VIII dona la Villa de Uclés al Maestre de la Orden de Santiago. Jerez de los Caballeros es cedido a los templarios por Fernando III el Santo. En 1529 Carlos V cede la isla de Malta a los Hospitalarios, expulsados de Rodas por los turcos.

En 1307 Felipe IV el Hermoso, nieto de San Luis, decide acabar con el poder y las riquezas de los templarios. El por entonces Papa Clemente V, amigo de infancia del rey, reinstaura la Inquisición, abolida por San Luis en el Tratado de París. Templarios y cátaros supervivientes son sometidos a juicio y obligados bajo torturas a confesar herejías, perversiones sexuales y crímenes rituales.

En 1314 muere en la hoguera el último Gran Maestre del Temple, Jacques de Molay. Los bienes de la Orden pasan a la corona francesa, y a la Orden Hospitalaria, dependiente del papado. Alemania Inglaterra y Portugal los declaran inocentes. España los absuelve en el concilio de Alcalá de Henares. En Zaragoza tenían su culto a Nuestra Señora del Temple.

lunes, 8 de septiembre de 2008

LA TRINIDAD MONOTEISTA

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V- CONCLUSIÓN

Entre las infinitas definiciones con las que los hombres conciben a Dios, el Oculto, Atón, el Óptimo Bien o la Verdad Suprema de Platón, el Dios esencia y no presencia, porque entre Dios y las criaturas no hay semejanza posible; la permanencia del motor mecánico del Universo, la eternidad del mundo, de Aristóteles y Averroes, está el Dios metafísica e intelecto adquirido, que se identifica con el intelecto universal. Y desde el insuperable Dios es Amor, antitético del Apocalipsis del mismo San Juan Evangelista, desembocamos en la sempiterna dinámica del Dios deseante y deseado, de un poeta: Juan Ramón Jiménez..

Según la cosmogonía hindú, la Creación durará dos mil ciento sesenta millones de años, y después de arrasado todo y de la destrucción total, Brahma despertará y creará de nuevo el universo con la sustancia primitiva. El héroe y dios Mitra mesopotámico, cuyos sacerdotes usaban tonsura, nace de un rayo un 25 de diciembre, observado por unos pastores, y es llamado al cielo tras una comida sacramental de palabras eucarísticas. Profetiza que al final de los tiempos todos saldremos de las tumbas, que el mal será destruido y que el bien vivirá para siempre. El persa Zaratustra, con su doctrina de sabiduría y pureza y la dicotomía del bien y del mal, coincide en que con el tiempo del bien ocurrirá la reconstrucción del mundo, que durará eternamente.

Cinco siglos antes de Cristo, Buda había sido concebido en el costado de su madre, y nace por vía no natural.. Un viejo sabio quiso ver al niño, y transportado por los aires sobre los Himalayas llega hasta cerca de Nepal. Allí coge en brazos el bebé divino, y llora porque él no vivirá para conocer sus enseñanzas: la supresión de todo deseo, hasta alcanzar el Vacío Brillante: la Iluminación.

San Agustín concibe a Dios como la interioridad humana donde habita el Absoluto. Hegel, como lo totalmente espiritual en su desarrollo de ser y existir. El gran Maimónides, judío sefardita cordobés del siglo XII, huyendo de la persecución almohade, no menos que de la intolerancia de los judíos cabalistas de Barcelona y Provenza, se refugia en Fez, en el Magreb, precisamente de donde proceden los almohades, lugar que siempre acogió a perseguidos y refugiados de las tres religiones hermanas.
El sabio nacionalista, llamado segundo Moisés, establece como figurado y alegórico el antropomorfismo de la Biblia. Y cree que el cristianismo y el mahometismo son caminos para atraer al verdadero rey Mesías. Concuerda con los anteriores y con el profeta Isaías en que en esa época ya no habrá guerras, ni hambre ni conflictos, y que las bendiciones serán abundantes.

Contando con los dos mil ciento sesenta millones de años que según los hinduistas durará la Creación, desgraciadamente no parece que esa época idílica, por tantos profetizada, sea inminente en llegar. “en estos tiempos, en los que el hombre, cada vez más, va dejando de ser Dios para convertirse en neutrones”.

"Esta ponencia fue presentada y publicada en el Libro de Actas del II Coloquio Internacional sobre África y Asia de la UNED, Melilla, a finales del año 2000.
Unos meses después ocurriría el desastre de las Torres Gemelas".
M. A.

sábado, 6 de septiembre de 2008

LA TRINIDAD MONOTEISTA

IV – PARALELISMOS

En el siglo XIX, Francia Holanda Inglaterra e Italia, acaban de repartirse el continente africano, como anteriormente se habían repartido parte de Asia, junto con España y Portugal. No exentos de una intención misionero-cultural, científico-tecnológica y capitalista-comercial. En los años sesenta del siglo XX, las Naciones Unidas, de las que ya forman parte muchos de esos pueblos, en los que artificialmente han sido fundidas etnias y tribus rivales, tras un período de autonomía consiguen su independencia.Los invasores introducen el cristianismo, tanto católico como protestante, según el país colonizador, que junto con el Islam continentalizado, conviven con el animismo original. Es difícil creer que en la India, con cuatrocientos millones de hinduistas, sólo existan tres millones de budistas, frente a sesenta millones de mahometanos. Tras su independencia de Inglaterra a mediados del siglo XX, Pakistán y Bangla Desh, también se independizan como Estados islámicos. En la católica Filipinas de las crucifixiones en Viernes Santo, la isla de Mindanao ahora intenta conseguir su independencia esgrimiendo la misma razón. Allí el papa Pablo VI en 1970 sufrió un atentado del que salió ileso. Poco después Juan Pablo II es herido gravemente por un turco musulmán en la Plaza de San Pedro.Frente a las dos religiones monoteístas imperiales, cristianismo e islamismo, el restringido judaísmo tiene su mayor exponente en los Estados Unidos, a pesar de considerarse minoría.. Cuando en 1987 el rey Juan Carlos I hizo la primera y trascendental apología sobre la expulsión de los judíos de España, en la sinagoga sefardita de Westwood, California, aparte de los periodistas de la comitiva real, aterrorizados por el terremoto que nos despertó aquella mañana, yo fui la única española residente invitada por el rabino, Dr. Ott.La fundación del Estado de Israel en 1948 en Palestina, alimentado por un sionismo onírico coincidente con el horror del holocausto nazi, es el acto más inconsciente y solapado del antisemitismo histórico internacional. A principios de este III Milenio, que arrastra aun el fundamentalismo político-religioso entre las tres religiones entroncadas, casi todas las naciones concuerdan con que debe ser proclamado un Estado Palestino, tras haber permitido su dispersión.El islamismo, más cercano racial y territorialmente al judaísmo que al cristianismo, aunque nacido en oriente, religión occidental, tienen en común la circuncisión, adoptada por Abraham al volver de Egipto, donde se practicaba. Como diferencia, la ablación femenina es sólo practicada por los musulmanes en la actualidad, adoptada, según parece, de los pueblos nilóticos y sudaneses conquistados por el Islam. Estas mujeres tienen que subrogar el goce de su libido para el Paraíso de Alah. Con ventaja, las cristianas pueden gozarlo sólo en el santo matrimonio.Judaísmo y cristianismo tienen en común la monogamia, contra la poligamia mahometana. Mientras el Pueblo de Dios prefiere conservar su pureza racial y religiosa, el cristianismo tiene misioneros, avanzadillas de imperios, y el Islam tiene conquistadores guerreros defensores de su fe. Judíos y mahometanos consideran el cerdo animal impuro. Pero ¡oh, lo que los católicos españoles hacen de las patas del ibérico animal! El Corán prohíbe el alcohol, los judíos lo consumen moderadamente, y los cristianos hacemos un uso báquico de él. Equitativamente nos repartimos el viernes sábado y domingo como fiestas de guardar.El exacerbado antropomorfismo católico, sólo superado por hinduistas y budistas, es la antítesis de sus dos co-religiones hermanas, y de su clonación protestante.Cuando los españoles llegan al Nuevo Continente, se escandalizan de las representaciones zoomórficas de las religiones autóctonas, y los ídolos son destruidos como engendros del diablo.A lo largo de los tiempos, las res religiones han ido experimentando, como todo ente vivo, un inexorable proceso de división celular. Después de cuarenta siglos, los judíos siguen esperando su Mesías. Y los drusos sufíes, Mendigos del Amor, esperan el suyo, que será arrojado por el ano, y que salvará a la Humanidad.




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III – EL ISLAMISMO

En el siglo VII de la Era Cristiana, un hijo del desierto, descendiente del primogénito de Abraham, Ismael, y de la Egipcia Agar, por lo que sus adeptos se llamarán ismaelitas o agarenos; o quizás descendiente de Quetura, la concubina árabe de Abraham, madre de las tribus del norte, con la Hégira islámica funda lo que bien podemos llamar religión del Espíritu Santo.

Mahoma, iluminado por la llama divina, como las columnas de fuego que habían guiado por el desierto a las huestes de Israel, no osa llamarse Mesías, ni Hijo de Dios, sino sólo su profeta. Y como Cristo, asciende al cielo desde una colina de Jerusalén. Promueve y acaudilla la guerra santa, y promete a los caídos el Paraíso y las huríes de Allah.

Autodidacta iluminado, escribe una nueva Torah, que llama Corán; la obra sacra que cinco veces al día recitan o leen los más de cien millones de musulmanes de nuestros tiempos. Los sensuales y desenfadados cuentos de Las mil y una noches constituyen la saga profana de un inabarcable ámbito lingüístico. El español conserva un rico acervo léxico de él.

Ceñidos de alfanjes y cimitarras, tocados con turbantes, montados en caballos árabes, sus ejércitos van engrosándose en una marcha fulminante, al grito de Allah Akbar: Siria Persia India Indonesia, Egipto Sudán, el Sahara y el Magreb. Todo el continente negro, excepto algunos grupos animistas del África profunda.

Por el estrecho de Gibraltar penetran en la península Ibérica, que recorren victoriosamente. Los cristianos quedan constreñidos en las estribaciones cantábricas. Cruzan los Pirineos hasta que Carlos Martel contiene su avance en Poitiers. Desde Covadonga, don Pelayo inicia una reconquista que se prolonga durante ocho siglos.
Al-Andalus florece con suntuosos palacios, mezquitas y minaretes, desde donde el almuédano ensordece el Padrenuestro y el Credo. Córdoba, su capital, emula a Damasco, La Meca y Bagdad. El califa Al-Hakam II acumula la biblioteca más rica en ciencias y saberes del mundo conocido. Tanto judíos como cristianos se arabizan: El Cid y los reyes Alfonsos; el Sabio y Pedro el Cruel. con su alcázar moro en Sevilla. Es el suelo en el que la religión trilliza se tolera a sí misma, más o menos.

Entretanto, el tártaro Tamerlán, ha creado un gran imperio islamizado, que los mongoles van a continuar: Afganistán Irak Irán, la India. Las grandes islas del océano Índico se llenan de la admirable arquitectura de las mezquitas, en pugna con las catedrales góticas, que en España crea el peculiar estilo mudéjar. Sin embargo, el Egipto islamizado conserva su arquitectura faraónica, sin huellas ya de su antigua religión.

La cristianísima Turquía hace ya tiempo que reza a Allah. Con la conquista de Constantinopla, ahora Estambul, el imperio Otomano se apropia la Europa bizantina oriental, hasta las puertas de la también imperial Viena. El Papa Pío V convoca la Santa Liga, con España y Venecia. En el golfo de Lepanto, en 1571 se entrecruzan a muerte más que nunca, los estandartes de la Media Luna y la Cruz. La victoria cristiana les pone un freno. Pero el imperio Otomano sigue latente hasta finalizada la primera guerra mundial en los comienzos del siglo XX. Retrocede entonces hasta el Asia Menor, y atomizado en.emiratos sultanatos y pequeñas monarquías occidentalizadas, soportan un régimen cuyos protectorados foráneos no los van a llevar a la estabilidad.

Por todas partes por donde han pasado los consecutivos imperios árabes, han ido dejando huellas indelebles y latentes de su cultura lengua y religión.

martes, 2 de septiembre de 2008

LA TRINIDAD MONOTEISTA


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II - EL CRISTIANISMO

El último profeta del Antiguo Testamento, Jesús de Nazaret, se proclama el Mesías esperado de Israel, Hijo de Dios y Salvador de los hombres. A pesar de su inapelable defensa de que su reino no es de este mundo, el procurador romano le condena a crucifixión por Rex judeorum, junto con su mismo pueblo, por impostor. Pero es precisamente la doctrina del manso nazareno la que va a socavar los cimientos del mayor imperio de sus tiempos. La fecha de nacimiento del Mesías no aceptado por los suyos, marcará una nueva Era para todo el Occidente. Es la religión Hijo.

Pablo de Tarso, judío y ciudadano romano, exime a los gentiles del estigma de la circuncisión y abre las puertas a la nueva iglesia universal, de la que Roma va a ser su capital. Los apóstoles cristianizan toda el Asia Menor, hasta Armenia. Llegan hasta Etiopía Atenas y Alejandría, y desde Roma el cristianismo se extiende a todos los confines del imperio: Hispania, Las Galias, Bretaña, llenan sus tierras de mártires, santos y anacoretas. Ya cristianizado el imperio, Constantino el Grande, en el año 313 promulga la tolerancia con el Edicto de Milán, y asienta su corte en la Bizancio griega, ahora Constantinopla.

El Emperador Teodosio, “que viene de España, país que se caracteriza por su incultura”, escribe Libanio a Prisco, ambos eminentes helenistas, con el Edicto de Tesalónica, en el 380 decreta el cristianismo religión del Imperio, y lo divide en oriental y occidental. Una extensa geografía en la que Papas y Patriarcas, prelados y abades, templos basílicas monasterios y sedes episcopales rivalizan con el trono en riqueza y poder. Eusebio y Basilio, Atanasio, y Arrio que niega la divinidad de Cristo. Estas divisiones religiosas y políticas llevan al Imperio al borde de sí mismo. Se produce el Cisma de Occidente. Y es entonces cuando la Iglesia, como poder temporal, sirve de cohesión para prolongarlo más allá de su propia agonía. Surgen Padres de la Iglesia, como San Agustín de Hipona en África y San Ambrosio en Milán.

Bárbaros godos, vándalos germanos eslavos y escitas, han adoptado el arrianismo, traído a España desde las Galias por los visigodos. Cristianos norteafricanos establecen en la península la Iglesia Latina, que cuenta con la primera sede episcopal en Guadix. Finalmente el rey visigodo arriano, Recaredo, decreta el cristianismo romano religión oficial de España. A eso ha contribuido, si creemos en el potencial metafísico del martirio, la muerte de su hermano San Hermenegildo.

En el siglo IX de la Era cristiana, Carlomagno es coronado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, que reúne a príncipes, condes y señores feudales de toda Europa. Los Cruzados ponen su meta en el Oriente Medio para reconquistar los Santos Lugares, en poder del Islam. Pronto atacan al rico y culto hermano Imperio Bizantino, ya desgajado por la iglesia ortodoxa y lenguas escritas en caracteres cirílicos griegos.

El Imperio Bizantino, debilitado por las continuas guerras contra escitas y eslavos por el norte, y cristianos y latinos por el oeste, sucumbe finalmente con la toma de Constantinopla en 1453 por los turcos islamizados, que heredan lo que había sido el Imperio Romano Oriental: Bulgaria Rumanía Hungría, y los que constituyen los países balcánicos.

A principios de la Edad Moderna, el cristianismo sufre otra tremenda y trascendental escisión, que Carlos V no consigue atajar. Un religioso alemán, Martín Lutero, propone la reforma de la iglesia vaticana. El protestantismo es aceptado mayoritariamente por los pueblos europeos no latinos. Los anglosajones transplantan su cristianismo reformado a la mitad norte del recién descubierto continente; los españoles evangelizan el catolicismo en el centro y en el sur.

viernes, 29 de agosto de 2008

LA TRINIDAD MONOTEISTA


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I – EL JUDAISMO.

Proyectadas bajo las sombras alargadas de las pirámides faraónicas de Atón, las tres religiones monoteístas mayoritarias, judaísmo, cristianismo e islamismo, nacen a tiro de piedra unas de otras como espejismos de las arenas desérticas de la península arábiga.

Semitas bíblicos hijos de Sem, hijo de Aram, escribieron en arameo, lengua imperial que abarcaba el siríaco caldeo asirio hebreo y árabe, la saga de su etnia. Una accidentada historia de cautiverios y repatriaciones, su particular interpretación de la creación del mundo, la confesión introspectiva y contrita de sus pecados errores y desviaciones en el trato directo con su Dios, los terribles anatemas de sus profetas. Conmovedora historia humana, si prescindimos de las exégesis posteriores, que les restan grandiosidad.

Ingente obra literaria, el Antiguo Testamento o Biblia, cuenta con el mayor número de traducciones y reediciones. Su denso lenguaje poético, tanto sacro como profano, ha influido en las letras de todos los pueblos de occidente, de lo que tal vez la lengua española sea el exponente más ajustado, así como Homero sigue influyendo en la épica universal.

El elitismo endogámico del llamado a sí mismo Pueblo elegido de Dios, se circunscribe al reino de Israel. De unidad y unicidad étnica y religiosa, el judaísmo apenas va a extenderse más allá de su propia raza y territorialidad. El sincretismo aperturista de Salomón que pudo haber conseguido un imperio, fue anatematizado por los profetas.

Cultura tan patriarcal como matriarcal, da una gran preeminencia a la mujer. Sara, esposa de Abraham, madre de Isaac salvado del sacrificio por orden de Dios; Agar, la concubina egipcia madre del primogénito Ismael, ambos arrojados del seno familiar. Rebeca, mujer del amnistiado Isaac, Raquel, mujer de Jacob, padre de las doce tribus de Israel, Rut la moabita, abuela del rey David. Betsabel, la adúltera y luego reina, madre de Salomón. La joven viuda Judit que seduce a Holofernes para decapitarlo. Esther, la cautiva que llega a desposarse con el rey Assuero, que tras su conquista de Babilonia repatría al pueblo judío y permite reconstruir el templo de Salomón, destruido por Nabucodonosor.

A pesar de ciertas afinidades teosóficas del pensamiento judío con el de Platón y Aristóteles, muy otro curso hubiera seguido la historia si Antíoco IV al erigir en el templo al Zeus Olímpico, hubiera conseguido helenizar a Israel. Las escrituras traducidas y los Evangelios, ya en tiempos cristianos, se van a divulgar en griego.

Bajo la dominación romana, el emperador Tito destruye definitivamente el templo y la ciudad santa de Jerusalén en el año setenta de la Era cristiana. Causando la diáspora más larga de todos los tiempos, hasta nuestros días. Muchos judíos son deportados a Hispania, que ellos, con sonoridad de vocablo del Cantar de los cantares, llaman Sefarad. Que va a ser su patria durante más tiempo que el que transcurre entre el asentamiento de Abraham, el emigrante más afortunado de la historia, en las tierras de Canaan, donadas por Dios, que la esclavitud en Egipto, o desde la monarquía a la diáspora.

Del Templo, tantas veces saqueado o destruido, sólo les quedaría una pared en la que lamentarse durante veinte siglos. Sin embargo, en este fenómeno único de incoluminidad e indisolubilidad tanto en tiempo como en espacio, el pueblo judío continúa cohesionado por sus propias leyes ancestrales: la Torah y el Talmud. Es la religión Padre.