sábado, 9 de mayo de 2009

AVENTURA DE LA PALABRA HABLADA Y ESCRITA A TRAVÉS DE LA HISTORIA

NACIONALISMOS LINGÜÍSTICOS

A partir del Tratado de Verdún, a comienzos del II milenio los Estados europeos sufren un proceso de atomización. Los separatismos religiosos van estrechamente unidos a los étnicos y raciales. La Bulgaria eslava se convierte en provincia bizantina independiente de Roma. Rusos y búlgaros se unen contra Constantinopla que lucha también contra persas turcos y árabes. En 1055 el cisma del Patriarca bizantino Miguel Corolario consigue separar definitivamente las iglesias de Roma y Constantinopla, diferenciando el cristianismo ortodoxo del catolicismo universal.

Los Cruzados, que en oleadas sucesivas habían invadido el Cercano Oriente musulmán y cristiano, definitivamente expulsados por el Gran Saladino, vuelven a occidente más o menos aculturizados, trayendo consigo formas fundidas de orientalismo. En Europa empiezan a afluir reinos poderosos que aglutinan principados nacionales, que ya evolucionados del latín carolingio, resucitan una lexicografía de nacionalismos ancestrales.

Por entonces se van creando las universidades bajo tutela papal, y la Escolástica. Ambas instituciones religiosas tratan de conciliar doctrinas dispares. Tomás de Aquino y otros intentan compaginar las teorías de Aristóteles con el cristianismo. Y a pesar de sus divergencias lo consiguen, como en la Grecia clásica habían hecho los Sofistas.

Dante Alighieri con su Divina comedia escrita en la lengua hegemónica de la Toscana y su Florencia natal, crea el italiano moderno, seguido por Boccaccio y Petrarca, que van a adoptar todos los principados y repúblicas de la Italia medieval. En la arabizada España, que no había perdido el latín visigótico, mezclado con la aljamía mozárabe, escriben su propia lengua en caracteres musulmanes. San Fernando y su hijo el rey Sabio, desprendiéndose poco a poco del galaico-portugués de las Cantigas, desarrollan un castellano incipiente creado en San Millán de la Cogolla, que va imponiéndose en toda la península, junto con las variantes románicas regionales: catalán-valenciano-mallorquín, gallego-asturiano-leonés. El latín de la provincia más romanizada del Imperio, Andalucía, se ha enriquecido con ocho siglos de árabe.

La literatura artúrica de Chrètien de Troyes, los cantos de gesta y amor cortés de la Aquitania y Provenza, langue d`oc-cidente, va identificándose y enriqueciendo la lengua franca d`oil. Las lenguas celtas nativas, habladas por los britanos, que no han sido totalmente aculturizados por el francés normando de la corte de Enrique II y su influyente esposa Leonor de Aquitania, son recopiladas y unificadas por Geoffrey de Chaucer para configurar la lengua inglesa, que al llegar a Shakespeare cobrará vocación imperial. Lutero con su Biblia, la imprenta y sus cantos litúrgicos, consigue lo mismo con las lenguas germánicas, que con Goethe evolucionarán hasta la excelsitud.