domingo, 30 de noviembre de 2008

ENDOGAMIA REAL FEMENINA HISPANO-PORTUGUESA

DE SAN FERNANDO A LEONOR DE GUZMÁN

Con la unión de Castilla y León Fernando III da un gran impulso a la reconquista posesionándose de innumerables plazas fuertes e importantes ciudades andaluzas, entre ellas Jaén Córdoba y Alcalá de Guadaíra, donde sienta sus reales y acomete la toma de Sevilla, que ocurre dos años después, en 1248.

Aragoneses castellanos y portugueses continúan avanzando por los territorios musulmanes del sur: Murcia, Coimbra Cintra Lisboa Évora Mérida Badajoz, y el Algarbe, cedido por Sancho II de Portugal a Fernando III, casado con Beatriz de Suabia de la casa imperial Hohenstaufen, descendiente del emperador Federico II. Beatriz, su nieta, primogénita ilegítima de Alfonso X y Mayor Pérez de Guzmán, se casa con Alfonso III de Portugal tras la guerra por el Algarbe. Ya viuda recibe de su padre el condado fronterizo de Niebla Ayamonte Gibraleón Huelva, y otros territorios indefinidos del suroeste hispano-portugués.

Dionis, bisnieto de Fernando III por Beatriz, se casa con Isbel, hija de Pedro III de Aragón y Constanza de Suabia y Sicilia, santa como Fernando de Castilla Luis de Francia y Santa Isabel de Hungría, sus parientes. En este reinado queda
configurado lo que hoy es el territorio portugués.

Del matrimonio Dionis-Isabel, Constanza se casa con Fernando IV de Castilla, y su hermana Beatriz, ambos hijos de Sancho IV y María de Molina, con el hermano de aquella, Alfonso IV. La hija de éstos, Leonor, se casa con Pedro IV de Aragón y muere al año siguiente en Teruel afectada de la peste, sin dejar descendencia. De Constanza y Fernando nace Alfonso XI, quien rechaza el matrimonio con Constanza, hija de su tío Don Juan Manuel, el insigne escritor. Constanza Manuel se casará con Pedro I de Portugal. Un infausto matrimonio, porque éste se enamora de la dama de honor de la Reina, la Inés de Castro del romance.
Constanza muere de amor no correspondido, supuestamente envenenada por su suegro Alfonso IV, el hijo de la Santa. Desde el más allá, la muy desgraciada en amores, Constanza, tendrá que ver proclamada reina después de muerta a su rival, asesinada por el pueblo vengador.

María, hija de Alfonso IV, se casa con Alfonso XI, a quien da su único hijo legítimo, Pedro. Su hermana Leonor se ha casado con el viudo Alfonso IV de Aragón y va a ser madrastra de Pedro IV, culpable de la muerte de uno de sus hijos, Fernando, casado con María, hermana de Fernando I de Portugal, hija de Constanza. Su otro hijo, Juan, y ella misma, van a caer en Castrojeriz entre las venganzas de su sobrino Pedro el Cruel, aliado con su hijastro Pedro IV, hijo de Alfonso IV de Aragón y su primera esposa Teresa Entenza, descendiente de los condes portugueses de Urgell por Jaime II de Aragón.

Como tantas veces en la Historia, este caso es un calco de su antepasada Leonor de Castilla, hija de Alfonso VIII y Leonor Plantagenet, casada con Jaime I de Aragón, cuyo segundo matrimonio con Yolanda, hija de Andrés II, padre también de Santa Isabel de Hungría, llevan a la primera esposa a recluirse en el monasterio de Las Huelgas, recién fundado por sus padres, tras el exterminio de su hijo Alfonso, heredero de Aragón, por su hermanastro Pedro III.

Leonor de Guzmán, descendiente de los más altos linajes andaluces, Pérez de Guzmán y Ponce de León, va a dar a Alfonso XI una camada de hijos ilegítimos. La reina María vive con su hijo en el alcázar sevillano, y Leonor entre sus feudos de Medina Sidonia y Alcalá de Guadaíra, donación del Rey, donde supuestamente nacen algunos de sus hijos. Aquí, un instituto de enseñanza media lleva su nombre de matriarca de la nueva dinastía que se va a imponer en Castilla, que con Isabel la Católica va a constituir la España que con el descubrimiento de América va a ser las Españas.

Con la muerte de Alfonso XI cerca de la recién conquistada Algeciras, durante la peste negra de 1350, la reina legítima hace encarcelar a Leonor, que muere ajusticiada en Talavera de la Reina. En nombre de su legitimidad, Pedro desata una oleada de crímenes o ejecuciones contra los conspiradores, que le consiguen para la historia el apelativo de Cruel o Justiciero, según cada uno de los bandos en que se ha dividido Castilla, a punto de una guerra civil, que estalla cuando su hermanastro Enrique se proclama rey en el monasterio de las Huelgas. Aliado con Francia, el bretón Beltrán Duguesclin da muerte a Pedro en el sitio de Montiel, en 1369. Enrique usurpa el trono, y, como su hermanastro, pasa a la historia con el doble apelativo ominoso de Bastardo y Fratricida.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

ENDOGAMIA REAL FEMENINA HISPANO-PORTUGUESA

Este seguimiento por línea dinástica femenina viene a paliar la misoginia de que adolece la historia.

LA PIEL DE TORO

Madre Gea configuró las fronteras naturales de esta península entre el erupto pirenaico y el estrecho de Gibraltar. Tras el eslabón perdido en la historia de la civilización desde el paleolítico hasta la aparición de las grandes culturas humanas, unos sabios griegos la percibieron como una piel de toro, testuz en el Pirineo, cola en el Peñón, finisterre del mundo hasta entonces conocido.

Iberia llamaron a esta unidad fisiográfica: los mismos sistemas montañosos la erizan, las mismas vías fluviales riegan su territorio. Desde Atapuerca hasta las Cuevas de Altamira, idénticas etnias la poblaron, los mismos héroes autóctonos la defendieron. Gerión y las Columnas de Hércules al sur, el reino de Argantonio. El oro y la plata de Tartessos atrajeron a industriosos fenicios, griegos pensadores y artistas, belicosos cartaginenses, imperialistas romanos y godos romanizados.

Leovigildo la organiza como Estados articulados. Recaredo, al abjurar del arrianismo contribuye a la universalización del cristianismo católico romano, que ya había disipado los ritos celtas del norte y los animistas del sur, con sus diosas de la Fertilidad, Damas de Baza y de Elche, y las Oferentes del Cerro de los Santos.

Todos estos advenedizos van tirando líneas divisorias en Celtiberia: Citerior y Ulterior, Tarraconense Cartaginense, Bética Lusitania Gaélica. Hispania, reino de Toledo. Los árabes traen la nueva y tercera rama de la religión adámica y aquí se asientan para permanecer durante ocho siglos.

Recluidos en las crestas de Cantabria los godos inician su reconquista: un arduo tejer y destejer en una resistente tela de Penélope. El diminuto reino de Oviedo se convierte en reino de León, que abarca también tierras de Galicia y del norte de Portugal. De la dinastía vasco-navarra nace Castilla, que junto con los reinos de Aragón y Levante avanzan al unísono hacia Al-Andalus meridional, ganando terreno a los invasores musulmanes, que en oleadas victoriosas incursionan en territorios cristianos, cuyas fronteras fluctúan hacia acá o hacia allá, mediante conquistas armadas entre sus propios reinos o matrimonios concertados. A veces ambas mitades peninsulares luchan entre sí, olvidando al enemigo común, incluso pactando con ellos.
Al final del primer milenio de nuestra era, Almanzor recorre triunfalmente la península. Llega a Compostela y se trae a Córdoba puertas y campanas del primer templo de la cristiandad occidental. Esto unifica a los reyes cristianos en un objetivo común. La reconquista es un hecho imparable ya.

viernes, 21 de noviembre de 2008

LAS MIL Y UNA NOCHES EN LA LITERATURA OCCIDENTAL

LUTERO Y GOETHE

Sin olvidar al dios Wotan de su mitología celta y germánica ni sus ritos ancestrales de magia y nigromancia, los bárbaros del norte se hicieron cristianos y cambiaron su Walhalla por el Paraíso. Con Alarico en Roma, los visigodos traen a España el Tesoro de Toledo: la Mesa de Salomón. Desaparecido Carlomagno, el papa Juan XII corona emperador del Sacro Imperio Romano Germánico a Otón I. Le siguen Otón II, III y IV, etc. Con el primer Staufen, Federico Barbarroja, los emperadores germanos van a presentar una sistemática oposición al papado, que los castiga con la excomunión; lo que va a desembocar en los bandos de güelfos y gibelinos. Su nieto Federico II, Juliano el Apóstata de Occidente, es tolerante con judíos y musulmanes, como lo eran las dinastías occitana castellana y aragonesa. Se les acusa de ser demasiado benévolas con los infieles y de estar imbuidos en prácticas de magia y cultos orientales.

Decrecido el poder de la segunda Roma, Constantinopla, los longobardos habían creado la tercera Roma en Milán. En sus territorios se erigen catedrales románicas, abadías y monasterios donde pacientes y hábiles amanuenses copian códices y pergaminos en letra gótica, incrustados en oro, plata y piedras preciosas. El más famoso de ellos el Carmina burana del siglo XIII del monasterio de Saint Gall, Suiza.

Ostrogodos y visigodos hablaban el latín carolingio. El documento más antiguo en alemán culto saxón-franco-renano es el Cantar de Hildebrand, del siglo VIII, que narra las luchas primitivas tribales. El Cantar de los Nibelungos es la gesta de los Burgundios contra Atila, que finalmente consigue asentarse en las llanuras del Danubio, recogido de la tradición oral, ya en tiempos del Cantar de Roldán y del Mío Cid.

A partir de Chrètien de Troyes, Gottfried de Estrasburgo rescribe el Tristán e Isolda, y Wolfram von Eschenbach hace su versión de Parsifal. En el siglo XV Guttemberg de Maguncia pragmatiza la imprenta, cuyos rudimentos ya habían sido inventados por los chinos. Martín Lutero traduce la Biblia al alemán, que publica en la recién estrenada imprenta, en 1534. Y como el Corán de Mahoma para los musulmanes, esta Biblia es el vehículo que aúna todas las lenguas vernáculas germanas. Ya existía una Biblia del siglo VIII, pero Lutero no había visto ninguna hasta que no ingresó en el monasterio agustino de Erfurt.

La sobriedad natural de las razas germanas, y por derivación su puritanismo adquirido, es poco dado a las licenciosas exuberancias de Las mil y una noches, contrariamente a Boccaccio y Chaucer. Sólo he encontrado unos versos del clérigo Ulrico von Hutten, germanizante y contemporáneo de Lutero, recriminando la corrupción del clero, su atraso e hipocresía, concordando con Dante en que todos los clérigos deberían estar en el infierno.

Lutero promociona los cantos litúrgicos en las ya existentes Escuelas de los Maestros Cantores, evolucionadas de los “minnesang” o cantos de amor trovadorescos de la edad media, que se extienden por todos los territorios de habla germana, desde Luxemburgo a Viena Zürích Estrasburgo Lausanne Leipzig, etc. Estos cantos, plenos de una profunda espiritualidad, nos van a dar a un Wagner, el Shakespeare de la historia musicalizada del germanismo, y canciones de navidad como el Oh Tannenbaum y el Noche de paz, noche de amor, de nuestros tiempos.

Tan tardíamente como el siglo XVIII, Johann Wolfgang von Goethe, con su monumental obra del Fausto sienta las bases del alemán moderno. De todas las versiones, me gustaría conocer el Fausto original maniqueo, del que nos habla San Agustín.

Como los emperadores romano-germánicos, y Hitler después, en su viaje a Italia Goethe queda fascinado por esa tierra “donde florece el limonero”. Y como dice su contemporáneo y amigo, el Barón von Humboldt, el mundo simbólico de Goethe no se puede entender sin tener en cuenta su adhesión a la logia masónica teutona en 1780. Seguramente habría leído La metamorfosis, de Ovidio. En su obra sobre el Doctor Fausto, Goethe nos lleva a las esferas celestes de la Divina Comedia, como ésta, laica, aconfesional y universal, aunque ambas entroncadas en la cosmovisión judeocristiana. Con sumo respeto, Goethe denomina “libros inspirados por el Espíritu Santo” a todos aquellos que constituyen el acervo común de la sabiduría humana.

En boca de Mefistófeles, recomienda al estudiante que “se afanase `por escribir como si le estuviera dictando el Espíritu Santo”. En su mundo mitológico ancestral germano de faunos genios sátiros ninfas fantasmas y brujas, y de simbolismo masónico, insinúa recetas de alquimia, habla de probetas redomas y retortas, de seres de luz, de los ángeles de fuego del amor; y del éter, después teorizado por Einstein. Hombre de Estado en la corte prerrepublicana de Weimar, en 1808 se entrevista con Napoleón en su paso devastador por Alemania.

En su tardío Renacimiento, la lengua alemana es la depositaria de la filosofía clásica griega y de la ciencia del imperio musulmán. Nietzsche escribe Así hablaba Zaratustra donde cita el ocaso de los dioses Todo está preparado para la revolución de Karl Marx. En 1922 se impone como himno nacional prenazi, música compuesta mucho antes por Haydn y recreada junto con la letra por August Heinrich Hoffman, el polémico Deutschland Deutschland über alles.

Ponencia presentada en el IV Coloquio Internacional de Estudios sobre África y Asia en el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert. Diputación Provincial de Alicante. Elche 2002.

LAS MIL Y UNA NOCHES EN LA LITERATURA OCCIDENTAL

EL ARCIPRESTE DE HITA Y CERVANTES

Si difícil es sintetizar el proceso de influencia judeo-cristiana-islámica en las letras occidentales, hacerlo sobre España, ocho siglos musulmana, es apenas esbozable. El árabe se hablaba en tres cuartas partes de la península. Muchos cuentos de las mil y una noches son escritos por arabistas españoles, y sus traducciones circulaban por toda Europa. Fueron los mozárabes los artífices de la mezcla aljamía, lengua de cristianos escrita en caracteres árabes. En el siglo XI el presbítero Vinicio tenía que traducir las canciones eclesiásticas para el obispo de la catedral de Toledo, Abdel Malic.

De la transición del latín al castellano va a quedar una lengua, viva aun hoy, de una gran belleza fónica y candidez expresiva, que hablan los judíos españoles dispersos por el mundo, que tanto contribuyeron a ella y he oído en Marsella Nueva York y Los Ángeles, donde como en Israel, se editan periódicos en ladino. En la hermética sinagoga sefardí de Westwood tuve el privilegio de ser invitada a la proyección de un cortometraje titulado, creo recordar, Añoranzas de Sefarad.

El emperador Federico II muere en 1250, coincidiendo con el rey San Fernando. Su hijo Alfonso X el Sabio era el príncipe europeo, más idóneo para seguirle en el Sacro Imperio Romano Germánico, lo que intentó sin conseguirlo. No será hasta muchas generaciones después en las dinastías castellanas, cuando Carlos V va a lograrlo en el siglo XVI, consolidándolo con el saqueo de Roma, en lo más álgido del imperio español, cuando ya España había desdoblado el mundo.

A la escuela de traductores de Toledo, corte del rey legislador y poeta, llegan sabios de toda Europa para traducir los libros sapienciales del griego y del latín, del árabe y del hebreo. En un castellano incipiente, aun muy latinizado, Alfonso X escribe las Partidas, las Crónicas y las Cantigas. En el códice de Toledo, Ibn Abdún, como si ya hubiese leído a Boccaccio, que sí le hubiera podido leer a él, escribe que “los clérigos son libertinos, fornicadores y sodomitas, por lo que a las mujeres musulmanas debe prohibírseles entrar en las iglesias cristianas, y a las mujeres cristianas también. Éstas comen y fornican con los clérigos, y no hay ni uno solo de ellos que no tenga una o más mujeres con quienes acostarse”. Y como si Ibn Abdún hubiese leído a San Pablo, cosa muy posible, aconseja que “convendría mandar a los clérigos que se casasen, como hacen en oriente, y a los hombres se les debe obligar a circuncidarse, como lo hizo Jesús” - Dios lo bendiga y lo salve.

El rey Sabio hace traducir del árabe los cuentos indios Calila e Dimna. Su hermano don Fadrique hace traducir el Sendebar. Su sobrino don Juan Manuel escribe el Conde Lucanor. Tutor de su sobrino Alfonso XI, éste, como tantos reyes poetas de Al Andalus, hace que se escriba en versos la crónica de la batalla de El Salado, y quizás sea él mismo quien escribe el poema a su bienamada Doña Leonor de Guzmán, castellana de nuestra fortaleza de Alcalá de Guadaíra, regalo del Rey, y madre del vástago que va a constituir la revoltosa dinastía de los Trastámara, hasta llegar a los Reyes Católicos.

En la literatura de gesta, algo tardía en España, contamos con la saga de los Amadís de Gaula, culminada con el Cantar del Mío Cid, tan pleno de lo que Cervantes llamaba “la morisma”, y de arabismos de exquisita musicalidad.

Pero es el Arcipreste de Hita, Juan Ruiz, nacido en el siglo XIV en la ciudad fronteriza de Alcalá la Real, cautivo de los moros en su infancia, con su Libro de buen amor, tan antitético de lo artificioso del amor cortés, de desenfadada literatura laica y profana, sutilmente anticlerical entre Dios y el diablo y su entrañable Trotaconventos, escrito antes que el Decameron y los Cuentos de Canterbury, quien en la literatura castellana, enlaza más con Las Mil y una noches.

El Cardenal Cisneros edita la Biblia Políglota Complutense. El judío converso Fernando de Rojas escribe La Celestina antes de que Shakespeare lleve a la escena su Romeo y Julieta.

Miguel de Cervantes y William Shakespeare mueren el mismo día. Coincidencia cronológica de los dos creadores de las dos lenguas modernas de los dos imperios emergentes. Cervantes, en su Evangelio del Quijote, según lo califica acertadamente don Miguel de Unamuno, con una amable pero arrasadora sátira de las novelas de caballería, pone fin a toda la literatura folletinesca escrita hasta entonces, estableciendo los cánones de la literatura moderna universal. A partir de él se va a obviar el mito y se va a abrir los ojos a un entorno de realidad. La fábula arcaizante de gesta, no falta de brillantez, ha quedado relegada al pasado histórico. Cervantes ha creado el personaje literario nuevo y el escenario actual.
No sé cómo en mi juventud apareció en casa una versión ilustrada del Quijote, forrada en piel con portada grabada en oro, en castellano antiguo y letras góticas, que nunca me animé a leer por lo dificultoso del texto, y que un día desapareció, tan misteriosamente como había llegado.

Los reaccionarios cuentos de las mil y una noches no habían sido muy apreciados por los austeros seguidores del Corán. En 1895 se publica en Barcelona una edición completa. Blasco Ibáñez hace otra después. Y Washington Irving escribe sus Cuentos de la Alambra.


LOS CUENTOS DE CANTERBURY Y SHAKESPEARE

A principios del siglo VIII Beda el Venerable escribe la historia eclesiástica de Bretaña y Godofredo de Monmouth la vida de Merlín, en lo que se van a basar las leyendas artúricas bretonas y normandas de los héroes cristianos de la leyenda del Santo Grial y de los viajes fantásticos del Simbad británico San Borondón y su ballena flotante o isla giratoria, localizada en el archipiélago canario, donde estuvo Lancelot, que aparece y desaparece aun en nuestros días, supuestamente base de operaciones de intra y extra terrestres.

En el siglo XIV Geoffrey de Chaucer, protegido del célebre duque Juan de Gante, iniciador de las guerras civiles entre Lancasters y Yorks, y hombre de Estado de Eduardo III, viaja a España en misión diplomática, a Francia y a Italia, donde conoce personalmente a Boccaccio. Influido por el Decameron, escribe sus cuentos en el marco de las peregrinaciones a la abadía de Canterbury, donde estaba enterrado el obispo y canciller Santo Tomás Becket, asesinado al pie del altar por mandato de Enrique II. El asesinato de Tomás Moro por Enrique VIII va a ser un calco de éste tres siglos después.

El proyecto original de ciento veinte cuentos, dos a la ida y dos a la vuelta que cada uno de los treinta romeros tenía que improvisar, quedó reducido a sólo veinticuatro por muerte del autor.

Primigenio constructor de la lengua inglesa renacentista, fundida con los dialectos autóctonos, Chaucer precede a Shakespeare en la agudeza psicológica de sus personajes: la Priora habla “avergonzada” el francés de la abadía de Stratford, de donde ella procede, y lengua oficial de la corte normanda de Londres. Las lenguas vernáculas son habladas solamente por los campesinos y las clases bajas.

En el mismo tono jocoso de las Mil y una noches y el Decameron, los cuentos de Chaucer están escritos en un lenguaje irónico, satírico y mordaz. El médico, presumiblemente judío o musulmán, usa el tarot y el horóscopo para curar a sus pacientes. El espléndido cuento de El Bulero, o vendedor de indulgencias, es una incisiva sátira anticlerical, de sofisticado humor británico: “El Bulero acababa de llegar de Roma, llevando en su cartera las indulgencias, todavía calentitas. Imberbe y cutifino, le tomé por castrado e invertido. Pero en toda Inglaterra no había un bulero que lo superase”.

Valiéndose de un lenguaje muy versátil, según la semántica del oficio del protagonista, ”el molinero usa expresiones rústicas, groseras, y de una sencillez brutal”. Por supuesto que ninguno de los personajes glosados pasa por alto con despiadada hilaridad al marido viejo y cornudo, burlado por la esposa joven y fogosa, “retozona como un potrillo “ de El celoso extremeño de Cervantes.

Pero es Shakespeare a final del siglo XVI el creador del inglés moderno universal. Con una brillantez insuperable, eleva el rústico escocés galés e irlandés locales hasta la lengua imperial británica, pragmática y global de la cibernética de nuestros días.

Más aristocrático que teocrático, el dramaturgo lleva a escena la historia de Inglaterra, en un contexto de tragedia griega, con las sangrientas biografías de Eduardos Enriques Ricardos y la macabra Torre de Londres. Un crítico francés lo califica de “cómico histriónico y sanguinario” motivado por el drama escénico de Enrique VI, casado con Margarita de Francia, hija del rey Anjou de Nápoles y Jerusalén, descendiente del emperador Federico II, y por la endogamia real anglo-francesa, reina de Inglaterra después. El Hamlet danés y el Macbeth de los Estuardo escoceses nos descubren las más tenebrosas profundidades del alma humana. Con toda razón uno de sus críticos dice que “la obscenidad no llega a aflorar en esta excelsa literatura”.

Con el mercader judío Shylock y la tragedia del moro Otelo de la Venecia bizantinizada de su tiempo, Shakespeare sostiene el hilo de Ariadna de la influencia oriental. El traductor español de sus obras completas afirma que el inglés es la lengua más hermosa del mundo. La más específica pragmática y concreta, sin duda. Él traduce literalmente “La doma de la bravía”, por la irrebasable traducción libre en español “La fierecilla domada”. Una alumna norteamericana tradujo “hay moros en la costa” por “hay árabes en la playa”, cuya literalidad no se le podría rebatir.

A partir del dicho atribuido a Carlos V, se amplía que el italiano es la lengua de los cantantes, el francés la del amor, el alemán la de la guerra, el inglés la lengua que habla el diablo, y el español la que habla Dios.

Las primeras traducciones al inglés de las Mil y una noches, se hacen a mediados del siglo XIX. Traducida de una versión de El Cairo del siglo XV, se hace otra en 1920, imprescindible para los británicos que junto con Lawrence de Arabia andaban entonces por allá.

La antorcha helenística de Shakespeare pasará a Charles Darwin, a Dickens y a Bernard Shaw.

LAS MIL Y UNA NOCHES EN LA LITERATURA OCCIDENTAL

CANTAR DE GESTA Y AMOR CORTÉS

La plena aceptación del cristianismo en la Europa carolingia había disipado el uso de ritos paganos ancestrales y generalizado un renacimiento cultural, sembrando de catedrales y monasterios románicos todo el territorio europeo. Las luchas del Emperador contra los musulmanes de España, que ya habían traspasado los Pirineos e invadido Francia, en Roncesvalle da la primera obra de gesta: El Cantar de Roldán.

A principios del segundo milenio, los Cruzados, que han ido a salvar los Santos Lugares, acaban también apropiándose lo que queda del Imperio Romano de Constantinopla. Cuando finalmente son arrojados de aquel suelo por los musulmanes, los cristianos vuelven a casa arabizados, si no islamizados, impregnados de la filosofía oriental.

Judíos y musulmanes traducen del griego árabe y hebreo al latín, en St. Denis y Mont Saint Michel, Montpellier y Toulouse: cosmología matemáticas medicina mineralogía y alquimia. La Escolástica trata de conciliar la fe cristiana con la filosofía racional de Aristóteles. Con las lenguas neolatinas las letras se secularizan. El latín queda para la Iglesia, la Jurisprudencia y la Universidad. Su supervivencia está asegurada. Ni la ciencia ni la cibernética pueden prescindir de él. El griego original sigue siendo el semillero de neologismos para la lengua universal.

En la Provenza autóctona, más italiana que francesa por entonces, se desarrolla una cultura progresista impulsada por el conde Guillermo de Aquitania, que ha participado en las cruzadas, protege a judíos y musulmanes y mantiene en su suelo sinagogas y escuelas coránicas y cabalísticas junto a las escuelas monacales. Guillermo financia las obras del monasterio románico de Cluny en la Borgoña, desgraciadamente destruido en 1811. En esta sociedad ecléctica y permisiva, juglares y trovadores cantan sus sensuales cuentos de mil y una noches con una pátina de cristiandad. Las versiones orales van siendo recogidas en una literatura que llaman Román cortés.

Desde Cluny los monasterios se irradian a Italia Alemania Inglaterra y España, donde los Pirineos aun no marcan fronteras. En Cataluña contamos con importantes monasterios, como el de Santa María de Ripoll, Poblet y Santes Creus. Estos centros culturales, influidos por la filosofía y la mística oriental, van a dar lugar a la herejía de los cátaros o puros iluminados, que papas y reyes van a perseguir hasta su exterminio con la Cruzada albigense.

Margarita, hija de Ramón Berenguer conde de Provenza, se casa con el rey santo Luis IX, quien según Ítalo Calvino tuvo una experiencia mística una noche que pasó encerrado solo en una pirámide de Egipto durante la VII cruzada. Juana, heredera única del conde Raimundo de Toulouse, se casa con Alfonso de Poitiers, hermano de Luis, ambos hijos de Blanca de Castilla. Con estos matrimonios el Midí pasa a formar parte del territorio francés.

En el siglo XII, Chrètien de Troyes, capital de la Champagne, y María de Francia, hija de Leonor de Aquitania y esposa del conde de Alsacia y Flandes, Felipe, que también ha participado en las cruzadas, ambos protectores de Chrètien, dan impulso a una fabulosa literatura escrita en un francés incipiente: una de las muchas lenguas en las que se ha fragmentado el latín, llamada lengua de oil en la parte norte y lengua d´oc en la mitad sur, plena de arabismos por los muchos judíos y musulmanes que tras la victoria de Carlos Martel y con la aquiescencia de Guillermo de Aquitania habitan la región.

Esta literatura artúrica, o de caballería, se escribe principalmente en Francia, todavía no definida entre la Franconia alemana y la Bretaña insular. De las muchas cortes que se le asignan al mítico rey Arturo, una de ellas es Nantes en la Borgoña.

Dedicados a su protector el conde Felipe de Flandes, e impulsado por María, su esposa, Chrètien escribe el Tristán de Gales e Isolda de Irlanda, dando lugar a un género literario que va a llenar toda la Edad Media con las aventuras del rey Arturo y sus Caballeros de la Mesa Redonda de interminables y truculentos episodios y héroes como Lancelot y sus amores adúlteros con la reina Ginebra, esposa de Arturo; el PercevaL de la leyenda mística del Grial, símbolo del espíritu eucarístico cluniacense, o el Turrismundo de Cornualles, de la Casa de Escocia. Su madre, una doncella que jugaba en los bosques que rodeaban un castillo templario, queda embarazada, y cuando su hijo crece le aconseja que puesto que los monjes guerreros están ligados con voto de castidad, haga que toda la Orden lo reconozca como hijo.

Durante varios siglos estas narraciones van a constituir el cuerpo literario de las recientes lenguas europeas, todavía no destacadas totalmente unas de otras ni de su reciente pasado latino común.

Aunque los cuentos de las mil y una noches, traducidos en España, han pasado a toda la Europa latina, no es hasta el tiempo del Rey Sol Luis XIV cuando se hace la primera edición completa en francés, traducida de una edición de El Cairo de 1323. Cuando Napoleón conquista Egipto, fascinado por su cultura milenaria, se hace una nueva versión en 1832.

El acervo sapiencial humano alcanza el Siglo de las Luces con Voltaire y Víctor Hugo.