sábado, 27 de septiembre de 2008

EL SANTO GRIAL

SÍMBOLO DE ORIENTE EN OCCIDENTE

II – CRUZADOS Y TEMPLARIOS

El mundo virtual mítico y caballeresco de Arturo va a materializarse cuatro siglos después con Carlomagno. Unificada Europa, amparados los Estados Pontificios, el Papa León III lo corona Emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico.

En gestación las naciones europeas a principios del segundo milenio, reyes príncipes duques y condes ambicionan nuevas tierras y riquezas. El emperador de Constantinopla Alexis II Comneno pide ayuda al Papa contra el avance de los turcos mahometanos, que ya han invadido muchos territorios del imperio bizantino y tienen en su poder los Santos Lugares. Urbano II proclama la primera cruzada en Clermont-Ferrand.

En 1096 una multitud de marginados y desvalidos, provistos con toda clase de indulgencias, conducidos por Pedro el Ermitaño y el franco Gautier de sans Avoir, atraviesan a pie toda Europa bajo la consigna de Deus vult: Dios lo quiere.

El Basileus de Bizancio encamina a la tropa de hambrientos a través del Bósforo hacia Asia Menor, donde en Nicea son aplastados por el ejército musulmán. A raíz de este desastre se organiza la cruzada de los príncipes feudales europeos. Obtienen la victoria de Dorileo, toman Antioquía, y en 1099 Godofredo de Bouillon consigue conquistar Jerusalén. Sienta en el trono a su hermano Balduíno I y fortifica el puerto de Acre para la defensa del Santo Sepulcro.

Allí unos comerciantes de Amalfi, Italia, fundan la orden de los Caballeros Cruzados Hermanos Hospitalarios, para ayudar a los peregrinos cristianos pobres y enfermos. En menos de un siglo la Orden cuenta con unas diez mil casas entre Asia Menor y Europa. Estos pequeños feudos les pertenecen con sus campos y vecinos, como por ejemplo en España Alcázar de San Juan.

En 1118 una rama desgajada de los hospitalarios de Acre se establece en el palacio del rey Balduino II, lugar del antiguo templo de Salomón. Hugo de Payens funda la nueva orden de los Caballeros Pobres de Cristo. Avalada esta orden ante el Papa por San Bernardo de Claraval, en 1128 se acoge al cister benedictino: adoptan el hábito blanco con la cruz roja en el pecho, y profesan voto de pobreza castidad y obediencia. Independientes de cualquier otra jurisdicción, son denominados Caballeros Templarios de Jerusalén, Milicia de Cristo, y Caballeros Celestes.

En su cuartel general del Templo de Salomón, los monjes guerreros descubren los tesoros antiguos: los misterios de la sabiduría hermética, mística esotérica y universal, simbolizados en el Santo Grial: la espada de David, el Sello de Salomón, la Cruz de Cristo que santa Elena, madre del emperador Constantino hace que los persas devuelvan a Jerusalén, restituida de nuevo a su templo por el emperador Heraclio en 614. De las innumerables astillas de la Vera Cruz repartidas por toda la cristiandad, la más conocida se encuentra en el Obelisco de Bernini, en la Plaza de San Pedro en Roma.

Los Templarios pasan a ser los nuevos depositarios del Santo Grial, que el Caballero Elegido Galaz había devuelto a Tierra Santa, junto con la Piedra Celeste o Filosofal de PercevaL Luego también va a caer en sus manos el Santo Sudario o Sábana Santa, finalmente custodiada en la Turín saboyana.

En 1187 Saladino arrebata a los cristianos Jerusalén. Se organiza la III Cruzada, en la que toman parte con sus ejércitos, el emperador Federico I Barbarroja, excomulgado por Alejandro III por sus luchas contra el papado, el rey Felipe Augusto de Francia y Ricardo I Corazón de León, casado por entonces con la princesa Berenguela de Navarra. Atrincherado en la isla de Chipre, Ricardo pacta con Saladino la libre entrada de los peregrinos cristianos en Jerusalén.

Tras la muerte del Gran Saladino, el emperador Federico II, nieto de Barbarroja y excomulgado como él, con la Sexta Cruzada reconquista Jerusalén, se casa con la heredera al trono, Yolanda de Brienne, y se proclama rey. María de Brienne hermana de Yolanda será emperatriz de Constantinopla.

La abadía de Cluny inicia una reforma entre los siglos XII-XIII.
En sus alrededores va a prosperar la secta de los cátaros o albigenses, que influidos por un eclecticismo de doctrinas místicas traídas de Oriente por cruzados y templarios, predican el ideal de la pobreza evangélica y la pureza de costumbres.

En 1203 el Papa Inocencio III promueve la llamada Cruzada del Santo Grial, e insta a Luis VIII de Francia a la guerra contra los albigenses, que durante treinta y cinco años va a arrasar Occitania, y que luego van a continuar la reina Blanca de Castilla y su hijo San Luis.

En 1215 Inocencio III condena la herejía cátara e instituye la Inquisición en el Concilio de Letrán. Al frente de ella está Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de los Dominicos, a quienes se les llama Canis Dómini o perros del Señor, y también frailes negros por el color de sus hábitos, que luego van a aclarar con el blanco zurbarán.

Dirigida por Simón de Monfort, una tremenda acometida a sangre y fuego se lleva a cabo contra el Montsalvage, donde supuestamente están custodiados los infantes de la sang-real, descendientes del rey David y de Jesucristo, mezclada con la sangre imperial de Federico II, que están llamados a ser soberanos tanto en Oriente como en Occidente, y que traerán la paz.

El conde Raimundo de Toulouse es desposeído de su trono, que pasa al vencedor. En 1229 San Luis pone fin a la guerra contra los cátaros con el Tratado de París, y Francia añade a su corona el Languedoc y la Provenza.

Después de la destrucción en 1244 de Montsegur, lugar santo de los cátaros, dispersos los pocos supervivientes y desaparecida la tolerante cultura de los trovadores del amor cortés y su dulce lengua d´oc, en 1259 el hermano de San Luis, Alfonso de Poitiers se casa con Juana, hija de Raimundo VII, y el condado de Toulouse pasa a Francia.

San Luis emprende la VII Cruzada contra Egipto, corazón del Imperio musulmán. Cae prisionero, y después de su rescate, a instancias de su hermano Carlos de Anjou, lleva a cabo la VIII Cruzada contra Túnez, donde muere afectado por la peste en 1270.

En el mismo año de la destrucción de Montsegur, los musulmanes reconquistan Jerusalén, y en 1291 consiguen expulsar definitivamente a los cristianos de San Juan de Acre, su último reducto en Palestina. Cruzados templarios y hospitalarios tienen que volver a sus tierras de Europa. Pero en el camino van a roturar un mosaico de pequeños reinos, ducados y condados: Chipre Malta Atenas, los Balcanes. Por entonces cuentan con una gran flota, y son la Banca de papas y reyes. Poseen fortalezas castillos abadías y monasterios que abarcan desde el Mar Negro al Atlántico, del Báltico al Mediterráneo.

Sus incontables tesoros, tanto materiales como de sabiduría y poder, están repartidos entre el Castel Sant Ángelo y Aviñón, Mont Saint Michel y Canterbury, o en el inexpugnable castillo de Peñíscola, residencia pontificia del Papa Luna español, Benedicto XIII.

Las Órdenes militares también proliferaban en España. Alfonso VIII dona la Villa de Uclés al Maestre de la Orden de Santiago. Jerez de los Caballeros es cedido a los templarios por Fernando III el Santo. En 1529 Carlos V cede la isla de Malta a los Hospitalarios, expulsados de Rodas por los turcos.

En 1307 Felipe IV el Hermoso, nieto de San Luis, decide acabar con el poder y las riquezas de los templarios. El por entonces Papa Clemente V, amigo de infancia del rey, reinstaura la Inquisición, abolida por San Luis en el Tratado de París. Templarios y cátaros supervivientes son sometidos a juicio y obligados bajo torturas a confesar herejías, perversiones sexuales y crímenes rituales.

En 1314 muere en la hoguera el último Gran Maestre del Temple, Jacques de Molay. Los bienes de la Orden pasan a la corona francesa, y a la Orden Hospitalaria, dependiente del papado. Alemania Inglaterra y Portugal los declaran inocentes. España los absuelve en el concilio de Alcalá de Henares. En Zaragoza tenían su culto a Nuestra Señora del Temple.

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